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sábado, 25 de julio de 2015

Vía de la Plata 6. Carcaboso - Calzada de Béjar

Etapa 6. Carcaboso - Calzada de Béjar

19 de Abril

Distancia: 86 km
Distancia acumulada: 472 km
Desnivel positivo acumulado: 1111 m

Estamos probablemente, ante una de las etapas más bonitas del camino. Casi desde que salimos, nos encontramos con un alcornocal, que este ambiente de niebla mañanera hace bucólico y permite soñar. Más todavía siendo un reguero de cuatro ciclistas, uno tras otro siguiendo el sendero. Yo voy la última, controlando los movimientos de todos; les veo y me enamoro de esta imagen. Cada vez que veo una fila de ciclistas así, me emociono. Es uno de los cuadros me que gustan más. Me encantaría robar una y otra imagen, pero es imposible, tal vez les retrase. Vamos por ese camino estrecho que hace que nos integremos en ese paisaje. El verde silvestre ha crecido con la lluvia y la humedad que ahora presenciamos. Vemos ganado a nuestro paso. EL combinado de grandes piedras con las genistas amarillas y alcornoques hacen un cuadro digno de mención.


Paramos en una laguna que con la niebla parece de cuento. A todo esto, mis galanes compañeros cada día me regalan flores. Hoy hay donde elegir, así que Fernando no tarda en hacer su ramo, le sigue Jesús, con entusiasmo, ya se entienden casi sin hablar y los tres sabemos a lo que van. Niko les sigue desconcertado y con cierto aire de obligación. Hoy hacemos un ramo precioso.


Así seguimos camino, y pasamos por varios vados de ríos que cruzamos sin mayores problemas, porque han colocado piedras que facilitan el salto. El camino sigue entre fincas, cada vez un poco más abierto y con menos árboles, con cancelas y  un muro de piedra que nos escolta a nuestra derecha. Cruzamos una carretera, donde nos reencontramos con  un poco de civilización, y más aún porque nos acercamos a un destino turístico, el Arco romano de Cáparra. Poco a poco al fondo se va abriendo mostrando el destino y el lugar temido de hoy: la sierra de Béjar. Según lo que hemos leído, esta es una de las etapas más difíciles. EL perfil discurre en llano los primeros kilómetros, pero después de haber recorrido unos cincuenta kilómetros, toca subir el puerto, después bajarlo. Hemos leído que no es tarea fácil, así que sabemos que lo difícil está al final. Para mí, que soy diesel, no es algo que me inquiete especialmente, pero en general siempre prefiero que lo difícil esté en medio de la etapa, lo que decíamos de la curva normal.


Seis kilómetros más observando la sierra y nos encontramos con ese meollo en medio de la nada. El Arco de Cáparra. Según yo entendí, Cáparra es una antigua ciudad romana, que debió de tener importancia en sus tiempos. Sin embargo, a mi vuelta, en una de nuestras rutas de los sábados conoceré a Manuel, docto ciclista de voz radiofónica que sabe de historia lo que no está escrito y además te lo cuenta subiendo la Morcuera sin necesidad de pararse a respirar. Una vez más reflexiono la oportunidad que me dan estas rutas de conocer gente tan variopinta y especial. Me explica que Cáparra era en realidad un lugar de paso de la Calzada Romana, una mansio. De hecho la Calzada estaba plagada de estas mansio, donde los romanos que se trasladaban de sur a norte paraban a descansar, alojarse, etc.  Quedamos Manuel y yo en qu e me mandará información, me habla de programas de radio, de televisión.
La información turística nos dice que bajo muchas de las ciudades actuales existían mansios y otras están en lugares que hoy no corresponden a ninguna ciudad. Es el caso de Cáparra, de las pocas de las que se conservan-se han descubierto restos. Así que el “Arco” se encuentra en el camino, como arco del triunfo de los guerreros peregrinos que han conseguido llegar hasta aquí.

Hacemos un recorrido por Cáparra, realmente quedan restos que son testigos de lo que aquí ocurrió. 
El equipo al completo posa ante el arco de Cáparra

Después de dar una vuelta y tomarnos unos plátanos, continuamos camino hasta Aldeanueva del Camino, 20 kilómetros más en los que alternamos carretera secundaria, con camino ancho y bien aplastado con algunos tramos de la calzada romana, algunos de ellos poniéndonos a prueba por tener fuerte pendiente. Claro, que para algunos más que una prueba es un juego divertido que se sube sin sentir.

El paisaje va cambiando, no es lo mismo ir inserto en la dehesa que sentir la sierra cada vez más cerca. Las montañas se presentan cada vez más bonitas, regalándonos de nuevo imágenes preciosas. Nos estamos acercando a Aldeanueva, y antes de empezar la ascensión a la Sierra, pensamos que conviene comer, ir a un bar, como nos gusta y tomar unas raciones de las que nos gustan. Quedan ya sólo 20 kilómetros más hasta nuestro destino. No queda nada, pero lo cierto es que sabemos que eso es como si no hubiéramos hecho nada, y que la etapa de verdad empieza ahora. Veinte kilómetros puede significar cosas muy distintas: desnivel, terreno…en este caso parece que tenemos las dos cosas, un desnivel importante, y un terreno semejante, por no decir tal cual la calzada. Se nota cierto aire de pereza en el ambiente.

Así que en Aldeanueva nos lo tomamos con calma. Aquí confirmo lo que ya he dicho más de una vez de Jesús. Detecta un buen bar a la legua, un par de vueltas por el pueblo le bastan para detectar que el mejor bar es el club del jubilado, buenas raciones de revueltos de trigueros, secreto con patata. La comida nos la tomamos con calma, y la postcomida también, parece que la prisa que nos hemos dado hasta aquí de repente ha perdido importancia. A Niko se le ocurre comentar que tiene un problema con la bici…y Fernando se pone a trabajar. Lo que parecía un simple problema con el cambio se convierte en un rato de dar vueltas. Eso sí, la bici mejor que en el taller. Ya hemos hecho la digestión, y nos ponemos a conversar sobre Hervás. Está aquí cerca, es muy recomendable, amigos se lo han recomendado a Jesús y yo he oído algo sobre este pueblo. Supone desviarnos del camino en total unos 6 kilómetros, pero si lo ponen tan bien, es tan buena hora y todo lo hacemos por carretera, ¿por qué no? Así que emprendemos la marcha rumbo a Hervás. Resulta que los kilómetros de ida son en ascenso, eso no hace tanta gracia, que aún nos quedan la vuelta y la subida a Calzada de Béjar!! Bueno, eso no nos quita las ganas de hacer compras, los inevitables pulpos para las alforjas de Jesús, que ya han perdido los tornillos habidos y por haber, y dar una vuelta por el pueblo. Fernando decide que volverá a recorrerlo con más calma, Jesús se decepciona, y Niko y yo, como de costumbre, término medio. Nos falta un poco de recorrido por la judería, bien merece una nueva visita en el futuro. Estos viajes no sólo te dan la posibilidad de conocer, sino de decidir dónde querrás parar en futuros viajes.´

 
Bueno ahora sí que toca subir el puerto. Desde Aldeanueva son unos 15 kilómetros en ascenso suave en un inicio por carretera que se va haciendo más pronunciado una vez que llegamos a Baños de Montemayor, lugar que por otro lado me ha recomendado mi padre, el viajero de gran memoria.  Aquí es donde empieza la calzada romana. Llegando a Baños nos encontramos con dos ciclistas andaluces, con quienes charlamos y les damos un poco de queso, no demasiado, que este año andamos generosos y tranquilos. Ellos empezaron su etapa en un pueblo antes que nosotros y sabían que podían encontrarnos por la información que les proporcionó nuestro hostalero. Y ellos ya se quedan en Baños. El albergue tiene buena pinta y me dan un poco de envidia, pero el pueblo en sí no es tan especial. Mi padre esta vez se ha equivocado.
Seguimos camino, y aquí nos desdoblamos, Jesús decide seguir por la carretera y el resto por el camino original. Nos vemos arriba. La calzada dura sólo un kilómetro, y Jesús tendrá que hacer un rodeo. Evidentemente, la calzada es el punto más duro de esta ruta. Un desnivel bastante pronunciado, que no me atrevo a calificar, porque siempre se me da mal, y sobre un terreno que te preguntas cómo iban los carros sobre ellos. Leo que es una pendiente media del 10%. Así que hay que poner molinillo y mis queridos compañeros, para no perder las costumbres, lo suben como si estuvieran llaneando, charlan, van a la vez, y tan contentos, yo detrás, tiro de riñones, higadillos y todo lo que se encuentre en el interior del cuerpo humano, y subo esos escalones condenados, consigo tomar ritmo en una secuencia de pedaladas y así sigo con el corazón en el puño, y el puño en el corazón. Exageraciones aparte, consigo no bajarme de la bici más que un resquicio de segundos. Lo suficiente para darme cuenta de que detrás de mí de nuevo tengo un paisaje que te alegran la subida, y saco la cámara apresurada, mientras mi corazón respira. Pienso, está mereciendo la pena. Me encanta, y me pregunto si era esto a lo que se refería  mi padre. Efectivamente, hay esfuerzos que merecen la pena. Dejamos atrás Cáceres y ya hemos entrado en la provincia de Salamanca.
Baños de Montemayor al fondo con la Calzada Romana como suelo
Acabada la calzada, entramos en un terreno que sigue de subida, pero mucho más llevadero, metido entre matorrales, en la sombra hasta que damos en la carretera donde nos debemos cruzar con Jesús. Tanto hablar de la subida al puerto, y ya está hecho. Una vez más las amenazas sirven para que los esfuerzos no sean para tanto. Hemos subido puertos mucho peores.

Una vez reagrupados seguimos camino. Podría decir, como otras veces que el último tramo se convierte una vez más en el más duro. Ya estamos relajados, yo creía que ya íbamos en descenso, no puede ser que ahora nos toque lo chungo. Había alternativa por carretera, el Camino de Molino, pero en contra de eso nos encontramos con un camino empedrado, que no calzada sino mucho peor, con tramos al 15%, que nos hace no sólo esforzarnos el doble, sino en el caso de “los paquetes”, bajarnos de la bici. Ahora sí estoy cansada, y mi cuerpo no da más de sí. Así que seguimos con ciertas dificultades, más sabiendo que al otro lado del pequeño abismo tenemos una carretera comarcal que discurre tranquila hasta nuestro destino, Calzada de Béjar.
Foto de la mañana siguiente. Preparándonos con Manuela como testigo
En Calzada nos encontramos enseguida con el Albergue Alba-Soraya, quienes resultan ser las hijas de la dueña, Manuela. Manuela me conquista desde el inicio, me confiesa, con la nariz aún enrojecida, que tiene una alergia de espanto, y que con su alergia ha tirado el pañuelo en el puchero, de una rica sopa que estaba preparando. Me confiesa a su vez, que su marido cocina mucho mejor que ella, pero que hoy no ha podido, así que si queremos cenar, nos puede hacer unos macarrones en un momento. Lo siente, porque la sopa tenía muy buena pinta y yo hasta me imagino a qué sabe. Muchos dirían que esta mujer no sabe llevar su negocio. Yo no puedo evitar pensar, que es un gran placer encontrar esta simpatía, humildad y llaneza, fuera de apariencias. Eso también es una forma inteligente de llevar un negocio, y ojalá tenga éxito. Mis compañeros están conmigo, y nos sentimos como en casa. Así que nos comemos dos o tres platos de macarrones cada uno, unos cuantos filetes de cinta de lomo, y una ensalada para aburrir. Una de las mejores cenas del camino. Culminamos haciendo estiramientos que entre Jesús y yo explicamos a los chicos, extraídos de las clases de yoga. Valoro las enseñanzas de Carolina, mi profesora y amiga, porque ella lo hace mucho mejor.
Nuestros “alumnos” estirando cadera, isquiotibiales.  Tenemos mucho que mejorar ;).

Cosas de los Caminos: ¿Cuánto cuesta viajar?


Si este tipo de camino está de moda últimamente es porque nos hemos dado cuenta de que descubrir nuevos mundos y viajar barato no son incompatibles. Así, muchas personas con las que hablo hacen esta misma pregunta. ¿Cuánto te ha costado viajar? Lo cierto es que quise hacer el cálculo con mucho detalle, pero sólo lo conseguí el primer día.

Como primer punto destacable, puedo decir que a la larga viajar por la Vía de la Plata te puede salir algo más caro que hacer el Camino Francés, donde hay una amplia oferta de albergues a muy buen precio (aunque si son públicos o los llevan asociaciones admiten la voluntad, y la voluntad puede ser cara). Aquí los albergues pueden ser algo más caros, y no bajar de los 10 euros en el primer tramo, y muchos son privados. Una vez que entras en Galicia la cosa cambia, porque todos los albergues de la Xunta tienen el mismo precio, y en el Camino Sanabrés, que es el que nosotros seguimos, hay principalmente albergues públicos (6 euros).

Las comidas. De nuevo, esto depende de lo que te guste comer. Puedes parar en un parador y darte una comida de espanto, y el camino te saldrá por lo que tú quieras. Nosotros hicimos muchas paradas en bares, y cenamos todos los días en restaurantes, muchos de ellos de menú rico y abundante por 10 euros.

Los desayunos los hacíamos en bares y, para sorpresa de muchos, pueden no bajar de 3 euros (salvo en Almadén de la Plata que fue barato y de los mejores). La comida, para mi gusto es la mejor oportunidad de hacerse un bocata, descansar y seguir camino, eso abarata bastante, y te permite no ir cargado de comida hasta los dientes, que eso luego se paga. Compras en un supermercado, y por poco más de 5 euros te has rellenado de energía.

Si te apetece tomar cervezas (o lo que se tercie) por el camino y tu economía no da para tal cosa, siempre puedes entrar en un supermercado, y tomártela a la orilla de una playa, mirando un bonito bosque de alcornoques o en la plaza de un pueblo y contemplar su iglesia. Esta es una buena forma de abaratar.

Las cenas, en este caso eran difíciles de hacer en los albergues porque en prácticamente ninguno había cocina. En nuestro viaje desde Madrid el año pasado, comprobamos que meterse un buen plato de pasta casero era una de las mejores opciones. En otros viajes he optado por el hornillo, con la carga correspondiente de los enseres para cocinar, y eso ha hecho del viaje algo realmente barato.

Además  de esto, pequeños imprevistos y cuestiones de la bici, más los viajes de ida y vuelta, más las compras previas que uno acaba haciendo, más la típica revisión de la bici (salvo que tengas un Fernando cerca), que no está de más.

El cálculo que solemos hacer es de unos 30 euros al día, viaje de ida y vuelta unos 100-150 en total (todo depende de dónde vengas, siempre puedes salir desde la puerta de casa). Yo calculo que el conjunto de los días que estuvimos más todo lo que menciono fueron 550. Pero tengo que decir que en otros viajes, incluso alojándome en hostales, gasté aún menos, como digo, cocinando todos los días, y cargando un poco más.

Exquisito bocata que nos tomamos en la plaza de un pueblo antes de subir la Sierra de Sevilla

¿Quieres seguir la historia? Aquí tienes las otras etapas:
Etapas 0 y 1, Etapa 2, Etapa 3, Etapa 4, Etapa 5

4 comentarios :

  1. ¡¡¡Flores para Lauranieves!!! Ahhh pero que galanes y sensibles los chicos, un detallazo que llena de energías. El tirar de riñones, higado y demás entrañas me resulta conocido jajaja; pero cuanta razón tienes, tan solo voltear y ver el hermoso paisaje, hace que oxigenes en todos los sentidos =D

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  2. No digo nada más ya, sólo gracias por tu hermoso relato y la envidia que nos estás dando a todos :)

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  3. Y merece la pena tirar de higadillos para estar en buena compañía y viendo paisajes preciosos... :). Ayer te eché de menos :)

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  4. Envidia nada, esto, para que la gente se anime!

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