
El que 20 ciclistas, que no se conocen de nada, queden en Cercedilla a medianoche para subir al puerto de la Fuenfría a ver las estrellas, parece toda una aventura, pero más aventura todavía es que 9 de ellos quieran alargar un poco más la ruta siguiendo hasta Navacerrada por un camino de cabras, y ya puestos, subiendo hasta la Bola del Mundo para ver amanecer sobre Madrid. Es lo que tienen las rutas en grupo, que te permiten aventurarte en algo, que tú no te atreverías a hacer nunca en solitario. Enhorabuena a todos los participantes.

- Datos de la ruta -
Fecha: Noche del sábado 11 al domingo 12 de agosto de 2012
Origen: Estación de Cercedilla Destino: Estación de Cercedilla (ruta circular)
Distancia: 39.60 km
Hora de inicio: 0:58 - Hora finalización: 8:30
Duración: 7 horas y 32 minutos
Velocidad media: 5.25 km/h
Desnivel subida acumulado: 1609 m
Dificultad: media-alta
Otros datos: Ruta nocturna - Ver ruta en RunKeeper - Descargar ruta en formato .GPX y .KML
A petición de una de nuestras lectoras, el sábado pasado organizamos una ruta nocturna en bici al puerto de la Fuenfría, para alejarnos de la contaminación lumínica de Madrid y disfrutar de la "lluvia de estrellas" en la noche más propicia del verano. La cosa prometía ser toda una aventura.

A las 0:20 llegábamos a la estación de Cercanías de Cercedilla 13 ciclistas. Otros cinco ciclistas lo hacían en varios coches (algunos con algo de retraso, por los desvíos que había en el centro de Cercedilla). Dos ciclistas más habían subido en coche hasta el aparcamiento de las Dehesas de Cercedilla y estaban allí esperándonos.
En total, nos íbamos a juntar 20 ciclistas en nuestra aventura nocturna.
El grupo era muy variopinto. Algunos eran ciclistas de MTB experimentados, y a otros se les notaba que no habían utilizado mucho la bici fuera de Madrid. Algunos iban bien preparados para una ruta nocturna, otros no llevaban luces pensando que el camino estaría iluminado ¿?. Como esto último era algo previsible, llevé luces de sobra para prestar alguna a los que iban más necesitados de luz.
A las 0:58 emprendíamos nuestra ruta nocturna hacia el puerto de la Fuenfría. El primer kilómetro y pico íbamos a rodar con la luz de las farolas, a partir de allí, oscuridad completa ¡Empieza la aventura!
Salí muy rápido tirando en cabeza del grupo, pero como las primeras rampas son muy duras, el grupo empezó a alargarse. Frené el ritmo, pero finalmente tuve que parar antes de llegar a las Dehesas para esperar a los más rezagados.

Unos metros más, y nueva parada en la fuente para beber agua y llenar los bidones. Pasamos la barrera y empezamos a subir por la pista forestal que nos llevará al puerto de la Fuenfría. El primer tramo, hasta la pradera de Navarrulaque está asfaltado y tiene las rampas más duras, luego se irá suavizando poco a poco la subida.
Alguna bici vuelve a fallar y algunos van con las fuerzas muy justas. Al llegar a la pradera de Navarrulaque los primeros, llevamos una hora y diez minutos de camino, y 5,5 km recorridos. Un descanso de 15 minutos para reunir al resto del grupo y para ver caer algunas estrellas.
Mercedes y su chico están algo cansados y no saben si seguir subiendo. Me dicen que van preparados con sus sacos y prefieren quedarse allí, aunque finalmente les convencí/engañé para seguir subiendo hasta nuestra siguiente parada: los miradores de los Poetas.
Seguimos subiendo en un grupo muy estirado hacia los miradores. Aquí el camino se va haciendo más suave, cada uno va a su ritmo más o menos lento, yo voy de charla con Clever y se me pasa muy rápido. Con más o menos esfuerzo, todos van llegando al mirador de Vicente Aleixandre. Llevamos 9 km de ruta y ha merecido la pena. Las vistas son espectaculares.



Los primeros llegaron al mirador a las 2:45 y los últimos sobre 3:00 de la mañana. ¿Los últimos? No, nos faltaban Mercedes y su chico, que no aparecían. Pensé que se habrían quedado finalmente a dormir por el camino. Después de esperar unos 40 minutos disfrutando de las estrellas y de las espectaculares vistas de los pueblos de la zona noreste madrileña, decidimos seguir adelante.
Como Moisés y Ana se iban a quedar a dormir allí en el mirador, les dijimos que si aparecían los dos que faltaban, les dijeran que siguieran hacia el puerto, que era la parte más sencilla del camino.
(Según me han comentado luego, por correo, Mercedes pinchó su bici urbana, y tardaron un buen rato en arreglarla, por lo que llegaron al Mirador sobre las 4:00 de la mañana. Durmieron allí, y al amanecer siguieron ruta hasta la Fuenfría)
Solo nos quedaban 5 km hasta el puerto, pero los más facilitos, por lo que decidí darle un poco de caña al personal, y que así no se quedara dormido. Cuando ya pensaba que había dejado a todos atrás, Aitor vuelve a adelantarme una vez más. No sé qué tomará este chico para comer, pero desde luego va como un tiro, en vaqueros, escuchando música, tuiteando… ¡y subiendo la Fuenfría en plato grande!

La siguiente parada (cuando conseguí alcanzarle porque bajó un poco el ritmo) fue en el mirador de la Reina. Las vistas desde aquí volvían a ser impresionantes, igual que mirar hacia abajo y ver en la oscuridad la fila de luces de los 14 ciclistas que llevábamos detrás, como iban tomando cada curva muy separados entre sí.
Vimos algunos animales en la subida, otras veces hemos visto caballos o vacas en el camino, pero en esta ocasión desde el mirador vimos un pequeño cervatillo con las luces de nuestros focos. Por suerte (para él), se alejó rápido de nosotros y dejamos de molestarle con nuestros focos.
Un último empujón y llegamos al puerto de la Fuenfría. Son las 4:00 de la mañana, y con una hora de retraso sobre el tiempo previsto hemos conseguido llegar a nuestro destino para ver las estrellas. Bueno, realmente yo vi muchas por el camino, pero en la Fuenfría solo vi caer una. La luna ya iluminaba algo el ambiente, había algunas nubes, y hacía un vientecito bastante fresco.

Media hora en el puerto comiendo lo que habíamos llevado (a mí el bocata de jamón me sentó de maravilla), y llegó la hora de decidirse: ¿Cuántos quieren seguir camino hacia Navacerrada y la Bola?
Algunos como Yousi lo tenían claro y se iban a quedar allí, otros como Ghota dudaban, otros decían que solo hasta Navacerrada, pero sin subir la Bola...
Finalmente 7 se quedaron a dormir en la Fuenfría para seguir viendo estrellas, y 9 ciclistas seguimos ruta hacia Navacerrada por el camino Schmidt. Algunos como Naxetem, ya habían subido alguna vez a la Fuenfría, pero ninguno conocía este tramo ¡No sabían dónde se metían!

Aquí íbamos más o menos juntos, pero para no perder a nadie pasamos a "numerarnos", y cada vez que parábamos contábamos para ver si estábamos todos. Puede parecer una tontería, pero imagínate que vas el último, te quedas sin luces y se escapan los de delante. Entre los árboles, a oscuras, no se ven más que los ojos de algunos animales... Mejor ir agrupados.
Según alguno de los que me acompañaban, la “autopista” Schmidt, no llegaba a ser ni un camino de cabras. ¡Dónde nos has metido, Aalto! ¡Te vamos a poner verde en los comentarios!
Para mí, este tramo que he hecho muchas veces de día, fue de lo más divertido de la noche.

A las 5:50 de la mañana llegábamos al puerto de Navacerrada. Nos acercamos a la Venta Arias, pero estaba cerrada. Como estábamos cansados, nos sentamos allí mismo, sacamos unas bebidas energéticas de las máquinas, y descansamos unos minutillos antes de enfrentarnos con el gran reto que teníamos delante: La subida a la Bola del Mundo.

A las 6:03 empezábamos la subida. Son solo 4.8 km, pero con el cansancio que llevábamos acumulado, sabíamos que se nos iba a hacer muy dura.
En las primera rampa los tres que iban con más fuerza se escaparon por delante ¿seguiría Aitor subiendo con el plato grande? Yo me quedé en un segundo grupo con otros dos campañeros, y otro grupo de tres nos seguía unas curvas por detrás. Ya no había prisa, lo importante era llegar arriba... de todas formas, no daré nombres, para que todos puedan presumir de haber subido en el primer grupo.
La subida es muy muy dura, con rampas de más del 20%, que en algunas curvas se convierten en verdaderas paredes que nos hacen poner pie a tierra para superarlas (algunos, con más fuerzas en las piernas consiguieron llegar arriba sin poner pie a tierra ni en las rampas más duras).

Poco a poco vamos subiendo, ya con algo de claridad, y por fin vemos la última recta, tenemos las antenas delante ¡Estamos llegando a la Bola del Mundo!.
Al salir de Cercedilla Navalex bromeaba diciendo que no iba a llegar antes de las 12 de la mañana a la Bola, pero se equivocaba, antes de las 7:00 de la mañana estábamos todos arriba.

Aprovechando la claridad, fotos y más fotos. De grupo, en solitario, con bicis y sin ellas... había que tener un recuerdo de esta hazaña.
También pudimos hacer muchas fotos desde allí arriba. Al sur podíamos ver todos los municipios de la A-6, desde Collado Villalba a Torrelodones, el embalse de Navacerrada y un poco más lejos el de Valmayor. Más al oeste, a nuestros pies tenemos la Pedriza, Manzanares el Real y el embalse de Santillana. Al fondo Madrid y sus Cuatro Torres.







Tras las fotos y ver el amanecer, miramos el reloj. Son las 7:30 de la mañana, estamos cansados y con ganas de pillar la cama. Aunque la idea inicial era bajar por el Camino del Calvario, decidimos “suavizar” el final y bajar por carretera que es mucho más rápido. Sabíamos que era difícil llegar a Cercedilla antes de las 8:33 que era la hora de salida del siguiente tren, pero no queríamos esperar una hora tirados en el andén.
La bajada de la Bola, muy rápida. Yo iba tras Joseluis intentando pillarle, pasando de 40 km/h y con los frenos de disco abrasando. Los que llevaban zapatas, con dolor en las manos de tanto apretar el freno, y la llanta ardiendo.
Pero eso no es nada para lo que nos quedaba hasta Cercedilla. En este caso me puse delante para ir tirando. Por la carretera M-601 bajamos de Navacerrada a Cercedilla, a 60-70 km/h. ¡Ni lo coches nos adelantaban! (Luego alguien me dijo que estaba prohibido a 50, y en algunos tramos a 40. Lo siento, no vi las señales porque iba muy concentrado en la bajada).
Cruzamos Cercedilla, y unos minutos antes de que saliera el tren conseguimos llegar a la Estación, comprar los billetes y subir al tren. Había acabado nuestra aventura.
Quiero dar las gracias a todos los que participaron en esta divertida ruta nocturna, a los que se quedaron en la Fuenfría, a los que me acompañaron hasta la Bola del Mundo, a los que tuvieron que frenar su ritmo para esperar a los demás, a los que se esforzaron para no hacer esperar al grupo, y en general a todos por ayudarme a que a pesar de ser un grupo tan grande, todo funcionara bastante bien y pasásemos una divertida noche pedaleando por la Sierra madrileña. Espero volver a contar con vosotros en próximas aventuras.