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viernes, 7 de enero de 2011

Un coche regalado para ir a la universidad

Percepciones de seguridad erróneas


Me entristeció escuchar en el tren el otro día a un señor decirle a otro que estaba muy preocupado por su hijo, porque recién había empezado la universidad e iba en bicicleta y tenía miedo que le ocurriera algo. Que en cuanto cumpliera los 18 años le iba a pagar la autoescuela y a comprar un coche para que pudiera ir "más seguro".

Un coche regalado para ir a la universidad
Esta creencia de que en un coche van a ir más seguros que en una bicicleta está muy extendida, pero es una percepción falsa. Ese padre lo que no sabe es que va a aumentar en gran medida la posibilidad de que su hijo tenga un accidente, pues el porcentaje de jóvenes que acaban trágicamente en la calzada mientras conducen automóviles y motos es enorme. A veces por culpa propia y otras por culpa ajena. Pero es que una mayor velocidad, como la que llevan esos vehículos motorizados implica una menor capacidad de reacción, tanto para accidentarse uno, como también para evitar a alguien a quien puedas atropellar.

Asimismo estará iniciando a este joven en una autodependencia del vehículo motorizado, no queriendo a partir de entonces ir a lugar alguno (estudio, trabajo u ocio) si no es a motor.

Además estará condenando a su hijo a una más que probable vida sedentaria. Muchos jóvenes tienen como único ejercicio el que hacen para desplazarse a sus lugares de estudio, trabajo u ocio. Con el coche o la moto se acabó el ejercicio y entrará en una dinámica de carencia física peligrosísima, sobre todo desde el punto de vista cardiovascular.

Un coche regalado para ir a la universidad


Si a eso le sumamos que cada vez más jóvenes como él comenzarán a usar también vehículos motorizados privados para llegar a los lugares de estudio, resultará que cada vez será más peligroso acercarse al entorno estudiantil, aumentando el riesgo del desplazamiento. Es lo mismo que ocurre con los entornos escolares. Sólo tres de cada diez centros escolares en España tienen un entorno seguro para acceder a ellos. La solución que se toma: más niños en coches llevados por sus padres, en una escalada sinsentido que lleva a que al final haya que evitar que los niños vayan andando o en bicicleta porque “es peligroso”.

Volviendo a lo que nos traía. Este padre que le ha comprado un vehículo a motor a su hijo habrá cometido el error de su vida. Luego no debería excusarse en que el destino, o alguna divinidad, lo han querido así.

Piénsenlo, por favor. Animen a su hijo a llevar una vida saludable, a ser responsable con sus actos, a ser lo más autosuficiente posible, a no vivir sumido en la velocidad y las prisas.

Desplazarnos en bicicleta para ir a estudiar, al trabajo o al ocio evita la mayor parte de esos problemas. Supone un ejercicio físico al mismo tiempo que te desplazas. Por lo tanto, en el caso poco probable de que tardes más en bicicleta, en realidad tardas menos, porque al mismo tiempo has hecho ejercicio, una actividad diaria necesaria para mantenerse en unos estándares de vida saludable. Si a eso le sumamos que para desplazamientos urbanos además las bicicletas suelen llegar antes, entonces ¿a que estamos esperando para animar a nuestros familiares y a nosotros mismos a utilizar la bicicleta para desplazamientos cotidianos de distancias cortas y medias y dejar aparcados esos vehículos que nos envenenan a todos?

Fuente: eldelabici.blogspot.com