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martes, 18 de septiembre de 2012

Con ganas y pintura se hace mucho por la bici

Escrito por Katie, septiembre 2012

Este verano tuve la suerte de probar el ciclismo urbano en tres ciudades norteamericanas: Vancouver, Seattle, y Portland. Como utilizo la bici a diario para moverme en Madrid tenía curiosidad de ver como estas ciudades progresistas manejan el tema de la bici (¡que tampoco tienen el nivel de las ciudades del norte de Europa!). Me di cuenta que no necesariamente hace falta un montón de infraestructura para hacer una ciudad “bike friendly”; señalización adecuada y colaboración entre los ciclistas, el ayuntamiento, y los conductores son factores importantes. Eso sí, estuve en el Pacific Northwest de vacaciones y no hice un estudio a fondo, lo que sigue son unas observaciones y experiencias.

Dos cosas me llamaron la atención inmediatamente al llegar a Seattle: primero, las bicicletas se acoplan fácilmente a portabicis que llevan los buses delante. La segunda: la ciudad tiene unas cuestas enormes. Pero este último hecho no desanima a los ciclistas de Seattle, y si es así, siempre pueden colocar la bici y subirse al autobús.

Un rasgo común de Seattle, Vancouver, y Portland es que las bicicletas están muy bienvenidas en todas las formas de transporte público (la mayoría de lo cual es autobuses y metro ligero). En Madrid la política de bicis en Cercanías está bien, pero haría falta portabicis en los autobuses y un horario más amplio de bicis en Metro (con tal vez algún espacio demarcado o un gancho del techo para la bici).

Pero tal vez la iniciativa más interesante que encontré en el viaje fueron los denominados “bikeways” que existen en Vancouver y Portland (Seattle está creando algunos). Estas son calles especialmente designadas por uso ciclista. Normalmente están abiertas a tráfico motorizado, pero las bicicletas tienen prioridad. En Vancouver y Portland estas calles tienen bicicletas pintadas en la calzada, y en Vancouver también las señales de las calles también llevan un dibujo de bicicleta.

Desde luego estas tres ciudades publican unos mapas de la bici muy currados y actualizados cada año, donde vienen los bikeways y demás calles recomendadas señalizadas. Mi preferido fue el de Vancouver porque se dobla al tamaño de una tarjeta de crédito —hay que decir que la ciudad no es muy grande tampoco— y por eso es muy fácil manejar. La nueva Guía Ciclista de Madrid no está mal como primer paso, pero el papel que se ha utilizado rompe con mucha facilidad y el mapa es muy grande para sacar fácilmente.

Vancouver tiene un parque urbano muy grande donde los peatones y ciclistas tienen que compartir camino en muchas instancias, sobre todo en la “Seawall,” un camino que va al lado de la costa urbana. Este espacio compartido está muy bien separado—con un cartel en el lado del ciclista y otro para el peaton. En algunos instancias el cartel mandaba al ciclista bajar y andar unos metros. La gente lo respetaba y funcionaba bien. Por los lío en Madrid Río, tal vez sería recomendable un sistema parecido en Madrid.

Me impresionó la cantidad de pintura dedicada a símbolos de bici en estas tres ciudades. Había bicis pintadas en el suelo, rayas para hacer un carril bici, flechas indicando por donde tiene que circular la bici, y también bike boxes, espacios verdes pintados en los cruces. Este espacio está reservado a las bicis para parar y ser vistas por el tráfico motorizado. Los bike boxes existen sobre todo en Portland y Seattle. Uno que vimos venía al lado de un ghost bike, un recuerdo sobrio a la muerte de un ciclista.

Por último, nunca tuvimos problema en donde aparcar las bicis. Hay aparcabicis por todos lados en estas ciudades. A veces designaban un sitio de la calle para aparcamiento, lo cual ciclistas en Madrid llevan pidiendo desde hace mucho y que existe en pocos sitios. Pero cada vez somos más los ciclistas urbanos de Madrid y si seguimos insistiendo en nuestras necesidades y consiguiendo un respeto mutuo con el resto del tráfico, algún día tendremos también bikeways y portabicis en los autobuses.