Pedalear mata. Un poco pero mata. Al ir en bici se exponen más los pulmones a los óxidos de nitrógeno, al ozono o al CO y se pierden entre 8 y 40 días de vida. A eso hay que sumarle entre 5 y 9 días por la menor protección en un accidente. En contrapartida, al hacer ejercicio regularmente se alarga la existencia entre 90 y 420 días. Jugamos a Cifras y Letras y, si restamos las medias de todos los datos (255- 24-7 = 214), sale que usar la bici, de manera regular, hace que vivamos siete meses y 4 días más. El tiempo de un viaje iniciático por Latinoamérica.
La sociedad posmoderna es sedentaria. A eso añadimos la tele y las bebidas carbonatadas y tenemos un cóctel mortífero para la salud pública; sobre todo a sus cuentas (un estudio realizado en Nueva Zelanda concluía que la isla se ahorraría 200 millones de dólares anuales en gasto sanitario si el 5 por ciento de los automovilistas se pasasen a la bicicleta. Coca-cola, sándwich prefabricado y cátodo pueden acabar siendo sinónimo de merienda y de obesidad. Si no que se lo digan a los 72 millones de obesos de Estados Unidos. Si, años después, le añades el coche la cosa puede acabar en mórbida.
“Ir al trabajo en transporte público implica realizar una media de 51 minutos de ejercicio leve al día. Ir en coche, solo 8”, explica Francesca Racioppi, directora del Centro Europeo para el Medio Ambiente y la Salud de la OMS. Tiene sentido. Entre escaleras, esperas, minipaseos por los andenes y traqueteo, el metro tiene un punto de tabla del Holyday Gym. El coche tiene más que ver con el sillón-ball y la bici es una clase de step con hora de funky. Menos cuando es cuesta abajo que entonces es como hacer pilates.
Cuando alguién me pregunta si practico deporte, contesto que no. “Pero voy en bici”, matizo rápidamente. La conclusión es si. Parece que el concepto ejercicio implica camiseta ancha, (denostados) pantalones de chándal y máquinas. “Coma bien, haga ejercicio y relájese. Ese eslogan médico ha sido fatal para las ciudades y sus ciudadanos”, asegura Enrique Jacoby, experto en salud pública y promotor de Ciudades activas, ciudades saludables. “Asociar el ejercicio únicamente al deporte es un gran error”, continúa.
Para llevar una vida saludable no hay que pasar por la pista de pádel o echarse a correr al parque. Se puede aprovechar el trasiego diario para incorporar movimiento a la rutina. Así como la OMS lucha contra las enfermedades contagiosas, también se preocupa por las no contagiosas. Y, contra el sedentarismo y la obesidad, la bici es una medida muy efectiva y barata. Mucha gente teme usar la bici en las grandes urbes. Seguridad, alegan. Deberían tenerle más miedo a su sofá.