Escrito por José Manuel Blecua
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Hoy ha sido uno de esos días en los que he podido entrar en un sitio gracias a ir en bici.
Una vez al mes paso por delante de la Bibloteca Manuel Alvar, alias "la Biblioteca de Azcona", en Guindalera. Muchos la conoceréis aunque viváis en otro distrito, porque no hay muchas bibliotecas así: 5 pisos con fondos que no encuentras en ningún otro sitio (más de medio millón de libros, dicen), películas las que quieras e incluso media planta dedica a comics, mangas y novelas gráficas.
No es de extrañar la de gente que viene desde otros distritos a este templo de los libros, aún teniendo bibliotecas mucho más cerca de su casa. Yo entre ellos, que aprovechaba en no pocas ocasiones mi trayecto para hacer una parada, a veces a llevarme algo, a veces a usar sus fantásticos butacones para quedarme a leer. Todo gracias a un decente aparcabicis a la vista de la puerta y la recepción, en un patio siempre lleno de estudiantes en un barrio en el que no hay muchos sitios donde reunirse, la verdad.
Para desgracia de muchos, la biblioteca lleva cerrada desde abril de 2019 por obras (hasta salió en La Vanguardia).
Las obras iban a terminar en diciembre de 2019. Estamos ya casi en
noviembre de 2020 y la biblioteca sigue cerrada. No se ve movimiento de
obreros, y quien ha tratado de averiguar algo llega a esta conclusión:
Unos cuantos meses preguntando esporádicamente sobre las obras y reapertura de la biblioteca Manuel Alvar y @LibrosCMadrid @JMDSalamanca @CiudadanaMartaR nada responden.
— Miguel M. Benito (@mbenlaz) October 13, 2020
¿Habrá que acudir a @AlmeidaPP_ y @IdiazAyuso para obtener una respuesta? https://t.co/bxC0jd59Vi
Hoy he pasado por ahí y me he encontrado con que la puerta estaba abierta...
He seguido dejándome caer por la cuesta de Martínez Izquierdo.
Y he pensado la de veces que he pasado por delante este último año y que no he podido entrar por estar cerrada.
Pero hoy había una puerta abierta.
Así que he parado la bici, he retrocedido (andando, eso sí, que no me gusta hacer pirulas). Y me he vuelto a parar frente a la puerta.
Carteles
de "prohibido el paso a cualquier persona ajena a la obra"... pero ahí
no hay obra alguna, ni se ve a nadie. ¿Qué hubierais hecho vosotros?
Yo
después de pensármelo un rato, he decidido entrar y averiguar por mí
mismo qué sucede ahí dentro. A partir de aquí no hay fotos (ya me
parecía muy audaz colarme ahí, como para además ponerme de reportero),
así que os lo tendrés que imaginar a partir de mi relato.
Al
asomarme a la puerta he visto que aquello está bastante empantanado:
cables colgando, cristales precintados, tabiques de obra... y luz en
recepción. Lo cierto es que en el patio hay un coche aparcado, aunque no
parece una furgoneta de trabajo, más bien el del encargado de
seguridad. Y efectivamente, a los pocos segundos de estar mirando por la
puerta han salido dos vigilantes, alertados por mi presencia en ese
lugar prohibido en el que hace tiempo que no deben de ver entrar a
nadie.
Siempre que he tenido encuentros con guardas de seguridad
hay unos momentos de incertidumbre. No sabes muy bien quién te va a
tocar o cómo va a ser de receptivo. Mis experiencias no siempre han sido
buenas.
En este caso hemos
tenido una conversación amable, por suerte. Les he contado la falta de
información que hay y que el último recurso ha sido entrar a preguntar
directamente. "Pero si tienes una biblioteca dos calles más arriba", me
han dicho (se refieren a Buenavista). Les he explicado que esa es una
biblioteca pequeña de barrio que nada tiene que ver con la inmensidad de
lo que ellos custodian. Que cuando aquello estaba abierto venía gente
desde muy lejos. En definitiva, que ese edificio era importante para
muchas personas.
Quizá por
primera vez esta pareja de guardas ha descubierto que no estaban
vigilando una biblioteca cualquiera, y que lo que yo estaba tratando de
averiguar era importante para muchos. Por eso me contaron y por eso lo
cuento yo:
Parece que las obras empezaron con buen ritmo, aunque
con unos plazos algo irreales para todo lo que tenían que hacer. A un
retraso de algunos meses respecto a la fecha prevista se le juntó la
pandemia, que dejó completamente paralizada la obra durante toda la
primavera. Ya en verano las obras se reiniciaron, pero con un ritmo
mucho más bajo del inicial. Esto es solo una sospecha de los guardas,
pero creen que ha debido de haber problemas económicos y que aquello se
mantiene en el mínimo imprescindible para no faltar al contrato. A mi
pregunta de si había gente haciendo obra hoy han sido discretos y no me
han querido responder... pero allí no había ningún vehículo aparacado
con aspecto de obra.
* * *
En fin, creo que he podido averiguar más que lo que los cauces oficiales están dispuestos a decir. Me he ido pensando las veces que queriendo ir a la Biblioteca de Manuel Alvar no he podido pasarme porque mi viaje mensual lo hacía en transporte público o en coche (aparcar por ahí es un suplico).
Y es que hay cosas que sólo descubres cuando vas en bici.
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