Esperamos con estos tres sencillos pasos acabar con uno de los principales obstáculos que la gente nos comenta como impedimento para ir en bici a trabajar: el sudor y su tradicional aliado, el olor corporal.
Sabiendo gestionar nuestro viaje, nuestro sudor podrá ser menor que el producido al andar, ya que
es un esfuerzo 5 veces menor.
Paso 1. Evitar sudar
El sudor es una reacción natural del cuerpo para refrigerarle en situaciones de mucho calor, bien por la temperatura exterior o bien porque el cuerpo está realizando mucho esfuerzo. Aunque no es posible evitar sudar 100%, todo lo que podamos reducir aquí nos ayudará en los pasos siguientes.
La temperatura exterior se puede reducir eligiendo caminos sombríos o con poco tráfico (que también produce calor). A primera hora de la mañana, las sombras abundan e incluso en verano la temperatura no es elevada, por lo que muchos podréis resolver esto fácilmente.
La ropa clara también refleja mucho mejor el calor, y tiene la ventaja de haceros más visibles por la noche.
Respecto al calor corporal, el cuerpo suda en función del esfuerzo, que también podemos modular. La clave es ir a velocidad de paseo, sin querer correr más de lo que nuestro cuerpo puede.
Los que empiezan con la bici notarán que sudan al mínimo
repecho. Es algo que se va reduciendo con el paso de los días según
cogemos fondo.
En cuestas pronunciadas, es preferible reducir marchas o incluso ir andando con tranquilidad en los tramos más empinados los primeros días.
Paso 2. Evaporar el sudor producido
Basta con que el sudor se evapore para que no represente un problema.
Lo más efectivo y agradable es
el propio viento que produce moverse en bici. Podéis comprobar lo bien que funciona cuando paráis en un semáforo: el sudor ya no se evapora. En cuanto reiniciais la marcha, desaparece.
Para ayudar al proceso llevaremos
ropa suelta de tejidos que transpiren. Hay que evitar por todos los medios mochilas a la espalda, es la mayor superficie de evaporación que tenemos y no la podemos tapar. Un transportín, alforjas, una caja de fruta… Hay muchas maneras.
La otra evaporación, menos agradable, es la que produce
el propio sol al secarnos, especialmente en climas secos como en Madrid. El proceso absorbe energía y refresca el cuerpo. Por tanto los tramos al sol no son tan graves respecto al sudor como podría pensarse, aunque sean molestos.
Paso 3. Eliminar el sudor no evaporado
Este es el paso más importante. En contra de la creencia general, el sudor no huele: es como una lágrima, agua con sal. El olor se produce cuando el sudor no evaporado entra en contacto con las bacterias de la piel. Éstas huelen peor si abusamos de
ciertos alimentos.
Secarse rápido en cuanto hayamos terminado el viaje es crucial. Parados y entrando a cualquier edificio, el sudor ya no se evaporará.
Una toalla, o incluso el propio papel higiénico del baño en caso de urgencia nos puede ayudar. Evitaremos los primeros minutos sentarnos o apoyarnos, pues la parte apoyada no terminará de secarse bien.
El aire acondicionado seca muy bien (se inventó para eso), aunque procura acercarte a ellos de manera gradual, tras haberte quitado el sudor principal antes y haber ya recuperado las pulsaciones normales, así evitarás pulmonías.
La ropa también influye, ciertos tejidos huelen peor que otros. Quien no quiera arriesgarse, puede traer dentro de su equipaje la camisa del trabajo con un cartón rígido en su interior, para que llegue sin arrugas.
¿Qué tal te funcionan estos consejos?
¿Conoces otros consejos sencillos para que el sudor no te impida usar la bici?