2/2 El gran reto:
El viernes, llenos de nervios, salimos juntos desde Madrid. Serán 4 horas de viaje en coche que acometemos en grupo. Los maleteros llenos de recambios, herramientas, mudas. Por si acaso, nunca se sabe. Laura y Niko salieron unas horas antes con las bicicletas. Y a el resto de Soplaos (Fernando, Jarein y yo) nos acompañan nuestras parejas/sufridoras. Vienen a darnos unos ánimos que seguro que necesitaremos, y soporte vital en ruta, si algo falla. Llevo toda la mañana nervioso en el trabajo, pensando una y otra vez dónde me he metido.
Por el camino rememoro los puntos por donde pasamos en la ruta desde el Burgo de Osma, donde nos quedamos arreglando la avería de David, donde nos perdimos… Vaya Odisea
Atravesamos Burgos y Palencia entre fuertes ráfagas de viento que no hacen sino acrecentar mis nervios… Odio el viento. Nada me desmotiva más sobre la bici.
Al cabo de tres horas de viaje, empezamos a acercarnos a Cantabria, y el horizonte se cubre de nubes, y peor aún, de montañas. Empiezo a resoplar, mientras Marta, mi mujer al lado se ríe: ¿Qué pasa? ¿Esto era lo que querías no?
La verdad es que da miedo, hasta que subimos los primeros puertos y llegamos a Cantabria. No es que la cosa mejore, pero sí la perspectiva. Tremendos paisajes de colinas de verdes pastos en las que las vacas rumian tranquilas. Las vistas son emocionantes. Aquí y allá se ve alguna pista con cuestarrones de vértigo, y pienso que alguna será para nosotros. Pero nos puede la belleza del paisaje. Lo tenemos claro. Fácil no va a ser, pero sí bonito.