Menú horizontal

Este blog lo escriben exclusivamente voluntarios

¿Echas de menos un tema? Pídelo o escríbelo tú y enviálo a enbici@espormadrid.es y te lo publicamos en un par de días.

Si quieres colaborar sin escribir o si te ha gustado un artículo, puedes invitar a una caña a quien escribe, que siempre hace ilusión.


lunes, 19 de diciembre de 2022

Al-Ballut: Ruta cicloturista por la comarca de Los Pedroches y Sierra Madrona

"Cuando el viaje emprendas hacia Ítaca, 
haz votos por qué sea larga la jornada.
Llegar allí es tu destino. 
No debes sin embargo forzar la travesía"
Kavafis

 1-Prólogo

Todo viaje es ante todo, un viaje interior. Y aunque a veces sales en busca de algo, no siempre es eso lo que encuentras. A menudo, cuando buscas silencio, es otra voz la que te acaba encontrando. Ésta es la crónica de uno de esos viajes. De otra de esas aventuras que me gusta contaros, a veces, no tanto por vosotros, sino por mí, por re-memorar, y porque la palabra escrita me ayude a entender y a relembrar el viaje. 

Un viaje, a otro de esos paraísos perdidos que tanto me gustan. Lugares que piden voz en un mundo lleno de "stories" pero vacío de historias. Pueblos que paran el tiempo, paisajes con una luz distinta, olores y silencios con voz de pájaro. 



No es, ésta vez aventura que busque la épica, no el sufrir, ni el entrenar para nuevos retos. Ésta empieza, en busca de un remedio para un mal momento personal, y con pocas ganas de "organizar" y muchas de tranquilidad y silencio.  Siento muchas heridas por curar, ideas por ordenar y cabeza por vaciar. Es raro para mí empezar así un viaje, y francamente es por eso que elijo éste "extraño" destino. Digo extraño, porque los que me conocen saben que soy más de altas montañas, de grande retos, de conquistas. Pero el objetivo esta vez es más bien el contrario: una ruta sencilla, tanto física como logísticamente. Que nos lo den "todo hecho" (salvo trocear etapas y buscar alojamiento) y que puestos a pedalear el recorrido sea predecible. 


Es así, como elijo Al-Ballut. Un precioso proyecto de Jorge Moreno y David Molina, por la comarca de Los Pedroches, al norte de la provincia de Córdoba. "Al-Ballut" (el llano de las bellotas) es el nombre musulmán de una ruta que recorre la mayor dehesa contínua de  Europa.  Una región espectacular y tres recorridos: Carretera, Gravel y MTB. Todas distintas y con un denominador común, recorrer los 17 pueblos que conformaban la Kura de Fahs Al-Ballut.

Elegimos la versión MTB, sabiendo que la Gravel está ahí por si tenemos una emergencia, y con el objetivo de acabar de día todas las rutas. Serán 5 etapas, para un total de 419 km a los que añadimos 30 más saliendo desde Fuencaliente, frontera en la provincia de Ciudad Real y con más cómodo acceso desde Madrid. 

Una web espectacular, con una estética absolutamente cautivadora, que te atrapa y te da ganas de caer en la tentación de hacer esta ruta, de adentrarte en las dehesas, en los pueblos blancos, en sus colores y en sus gentes. Todo lo que pueda decir es poco. Solo os recomiendo entrar en la web, y curiosear. Peligro...Vas a caer

Y la compañía, como en tantas otras, la de Fernando, el único capaz de aguantarme en estos momentos. El único al que creo que aguantaría. Y aunque, la vieja memoria, la mentira bien contada, de la emoción por iniciar un viaje, está ahí, se ha vuelto a despertar, salgo con la incertidumbre de creer que no son mis paisajes.  


2- Primer día. Fuencaliente- Azuel-El Guijo

Track de la Ruta en Komoot. 107 km. 1450 m d+

La ruta empieza fría, muy fría. Después de desayunar un par de tostadas (en el bar con el que entablamos charla la noche de anterior) con un aceite de cooperativa digno de recordar y montar las bicis emprendemos la marcha. El comienzo, de bajada y por carretera se hace helador. Casi dudo si me he quedado corto de ropa. Pero poco después llegamos a Azuel, precioso pueblo, con nombre sugerente. En Azuel tomamos ya el track (si bien ya antes hemos hecho un tramo por caminos que he improvisado y que resulta ser bastante atractivo). Desde aquí serán 95 km ya por la ruta "oficial", que no dejaremos en ningún momento. 




Las calles de Azuel están vacías a estas horas, así que seguimos ruta hacia nuestro siguiente destino , de nombre aún más sugerente: Conquista. Las calles de Azuel, empinadas, son el prólogo de la subida, ya por pistas que nos hará recorrer una a una, las estaciones del Calvario. Nuestra ruta no llega hasta el final, pero en cambio se desvía, para disfrutar de una auténtica joya, de dehesas, de paz y de color. El camino de encinas y montaneras  me retrotraen a la Sierra de Aracena de mi niñez. La luz filtrándose entre los árboles y un silencio vivo. Como de costumbre, pero aún más, bajando Fernando me deja atrás y subiendo cambiamos papeles. Siento que quiero volar y por momentos lo hago, pero luego pienso que quedan muchos días para quemar las piernas. Quizá mañana. 


Pero sin duda, la luz, esa luz filtrada entre un polvo de oro que tan bien capturó Velazquez, es la protagonista de cada momento, de cada sonrisa cómplice.



Aquí y allá sacamos a las piaras de cerdos felices de su descanso tranquilo
Aquí y allá sacamos a las piaras de cerdos felices de su descanso tranquilo


En Conquista, toca ya tercio de cerveza, porque son las doce. Llevamos 49 km, casi media ruta. Pero ha sido preciosa, una pasada.


La ruta es de esas que decimos "rompepiernas", sin grandes subidas ni bajadas, pero también sin un respiro. Eso sí, muy agradecida, en paisajes y en un rodar cómodo. Prácticamente devoramos los kilómetros. Apenas una hora más y estamos en Torrecampo. Parada para comernos un flamenquin en la plaza, charla con los lugareños que disfrutan una comida de domingo. Familias, niños y mayores. Tranquilidad de pueblo grande en día festivo. Los pequeños con sus chuches, y los mayores disfrutando del sol. De ver y dejarse ver. De saludos. Comemos tranquilos, y desde ahí, pese a que teóricamente es uno de las etapas más largas,  nos lo tomemos con calma. Porque cuando salimos, ya comidos, a las 3, nos quedan 30 kilómetros.


 El terreno desde Torrecampo, es más seco, las dehesas siguen, pero en el suelo, bajo las encinas, ya no hay verde. Alternamos campos más abiertos, con ovejas pastando tranquilas, con dehesas, habitadas por cerdos felices, o vacas o cabras, o todo a la vez. Y a lo lejos, entre la llanura, adivinamos una torre, a primera vista, exageradamente grande. Nos acercamos, dudando qué puede ser de tamaña envergadura en mitad de la "nada". Como un fantasma surgido de la nada. 



Es Pedroche. Con su torre que casi parece Mordor en la lejanía. No es para tanto, pero el efecto óptico de la torre en lo alto del cerro que ocupa el pueblo dan va la sensación de ser infinitamente más alta que las casas que la rodean. Nos quedan apenas dos repechos que aliviamos con unas cervezas en su bonita plaza, y a la salida del pueblo, ya de "vuelta", paramos en la ermita de la virgen de Piedras Santas.

 Lugar de encuentro de la antigua comunidad de aldeas. Un bonito sitio, para darnos el último descanso

Y a seguir, ya casi remoloneando, intentando dar tiempo para que llegue la de la casa rural. Porque llegar a las 5 a destino se nos hace raro. 

Y yo? Hoy tranquilo, feliz, rodando por un escenario que me es nuevo y al tiempo conocido. Que no es mi lugar, pero que me da paz y terapia. Aunque no me ayuda a olvidar mis problemas , o puede que sí. Porque hoy casi no pensé, y si lo hice fue como si nada hubiera pasado. 

La luz, es mi mayor tesoro. Y lo he de coleccionar


3- Dia 2. El Guijo - Hinojosa del Duque

Track de la Ruta en Komoot. 94 km. 1640 m d+

El comienzo es trepidante, subidas explosivas, y bajadas complicadas Unidas a curvas con peralte. La salida de El Guijo es un auténtico parque de atracciones para la MTB. Casi al límite de mis habilidades (pocas, y más aún con mi bestia sin suspensión), pero una auténtica "gozada" para Fernando. Divertido pero obviamente, nada de rodar a 15 por hora, sobre todo cuando las bajadas vienen seguidas por auténticas paredes. Y a mitad de recorrido una alarma en el móvil que me devuelve a los fantasmas que me trajeron aquí. Y no, no puedo relajarme. Si ya el corazón estaba a 150, me pongo a 180. Estoy hipertenso, al borde de un atque de ansiedad. ¿Porqué me he enfadado tanto? No lo sé, o puede que sí. Porque esperaba encontrar la paz y me he sentido atacado. Solo al cabo de un rato, logro volver a ser yo. Intento concentrarme en lo mío, pero con poco éxito. Estoy cabreado. ¿Porqué? ¿Porqué eso? 



La ruta sigue con ese contínuo de calentones hasta llegar al cruce con la cañada real de la Mesta. Desde allí, se alterna ya con una pista más cómoda, que sin embargo, nos deja adivinar al fondo, en lo alto Santa Eufemia (km 22). Hacia allí nos encaminamos, al principio, en una suave subida, y luego, ya en las calles,  apretando los riñones para vencer las rampas del 20%. Sus calles adoquinadas y la espectacular Puerta de la Villa. Lugar ideal para un café, antes de acercarnos a ver la Iglesia y relajarnos, relajarme un poco.

A la salida de Santa Eufemia comienza un bucle en el recorrido de Al-Ballut. Una zona, quizá, de las más técnicas de todo el recorrido. Bajadas complicadas seguidas de subidas realmente imposibles. Aquí y allá, el recorrido sigue la señalización de una carrera de la que más tarde los paisanos nos han hablado. Al menos, el esfuerzo, me rescata la atención, y empiezo a sentirme bien mentalmente. Sin embargo, algo pasa cuando empezamos el ascenso de regreso hacia Santa Eufemia. Será el bajón de la tensión, o sencillamente agotamiento, pero lo cierto es que de repente me siento muy débil. Casi incapaz de pedalear y le pido a Fernando un descanso. Estoy tan vacío que no me da ni para estar preocupado. 


 Pero tengo que pedir un descanso antes de subir al castillo. Picamos algo, por si el bajón es pura pájara, aunque yo sé que no. 

Y, muy temprano aún para comer, pero sabiendo que a la vuelta será ya tarde, empezamos la subida al Castillo. Los habituales de las rutas madrileñas entenderéis si os digo que es, una Bola. Arriba las vistas son increíbles, pero para ganarlas hace falta subir más de 3 km por encima del 10% y a tramos, del 20%. Con la carga extra del equipaje (y las enormes alforjas de Fernando) se hace durísimo. Sin embargo, como sea, pero consigo subir, y mi cuerpo cansado, pero vuelve a ser mío.

Al comienzo de la subida avistamos lo que aparenta ser una ermita de construcción algo naif, que nos hace confundirnos. Será ahí donde ¿tenemos que subir? Evidentemente, no. La pista, de hormigón rallado en su más pura esencia sigue subiendo. Y las vistas mejoran a cada metro. Por fin, mpiezo a disfrutar algo del día (está claro, lo mío es sufrir subiendo) y cuando llego arriba paro a deleitarme mientras llega Fernando. Lastrado por el peso, entre otras cosas de su "juguete". Ya a pie subimos a las murallas, muy deterioradas del Castillo que preside toda la llanura. Y una vez allí, saca el dron, con el que disfrutamos, aún más, de una perspectiva increíble. 



Aunque me siento mejor, una vez  abajo Fernando me anima a que paremos y comamos como Dios manda. Hacerlo supone volver a Santa Eufemia, y, para no volver a subir la mitad del cerro, atajar por una carreterilla un par de kilómetros, antes de retomar el Track. En ese momento me siento hasta mal, sé que lo hace por mi, y no me gusta ser el eslabón débil.  Pero la verdad es que luego veré que me hacía falta. Es esta la única vez en toda la ruta que no seguimos al pie de la letra el recorrido "oficial".

Aunque al principio siento que no hacía falta, a la postre sé que sí, que ha sido la mejor decisión (Fernando casi siempre tiene razón), porque gracias a eso aguanto razonablemente bien el camino hasta Bellalcazar, en un continuo rompepiernas. No "salvaje" pero sí rompepiernas, y además acompañados del viento, por lo que parecerían dunas. Bordeamos el embalse, mientras el sol, reflejado lo convierte el fuegos artificiales y seguimos, ahora entre dehesas, ahora entre frutales. 


Llegamos a Belalcazar, con sensación de misión cumplida, porque pese a las dificultades, no hemos usado el "atajo" que nos permitiría llegar a Alcaracejos. Así que disfrutamos de la imponente presencia del castillo y luego descansamos en el pueblo junto a la iglesia de Santiago.

Nos demoramos, quizá más de lo debido, pero, ¿qué es el tiempo sino un dejar pasar momentos? Y el momento de relax junto a la Iglesia me da la vida, y la paz. Es Santiago, lo sé, que está aquí, para recordarme el camino.



Desde allí, el camino hacia Hinojosa es casi desandar el que nos llevó a Belalcazar, Noto la falta de gasolina, y la noche cae sobre nosotros. Un rebaño enorme ocupa el camino, y nos reímos. Y seguimos ruta, hacia el atardecer. Disfrutando. Luz de fuego, que se filtra entre las nubes. Hay una grieta en todas las cosas, ya lo decía Cohen.  A falta de 6 kilómetros, me he apagado y solo podía pedalear de corazón, sin músculo, otra vez  sin fuerzas. Menos mal que quedaba poco y que el atardecer ha arrancado las lágrimas que necesitaba sacar fuera.

4- Día 3. Hinojosa del Duque- Alcaracejos

Track de la Ruta en Komoot. 89 km. 990 m d+


Hinojosa del Duque es, aunque no lo sabíamos, uno de los pueblos más ricos y monumentales de la ruta. Lo descubrimos ya a la noche, mientras buscamos nuestro alojamiento (excelente, la Antigua Casa Rural). Así que buscando donde cenar le damos una buena vuelta que completaremos a la mañana siguiente.

Después de la etapa "reina" la de hoy no iban a ser más que 68 kilómetros, poco desnivel.... Un "paseo" para poder descansar de los días anteriores, si es que se puede decir que estábamos cansados.

El arranque desde Hinojosa es por pistas, caminos de labranza, que, como será habitual en la zona, no presentan más dificultad que el rizado típico del tráfico de camiones pesados. Rodamos rapidos, animados por el frescor de la mañana, hasta Fuente Lancha. Desde allí, el paisaje se hace algo más agreste. Vuelve la dehesa, las encinas, y campos donde retozan caballos. Algún tramo campo a través, alguna cuesta para calentarnos de nuevo y recordarnos que esto es MTB, el recorrido Gravel no es para nosotros, aunque muy bien nos habría valido.




Los tramos más técnicos vienen acompañados por la vuelta de las flechas blancas que señalizan la carrera MTB por la que los paisanos nos preguntan en cada bar que paramos. Por eso y por si estamos haciendo la vía de la Plata, o la Trans-Al-Andalus, o por el pueblo siguiente, y se extrañan cuando, para unir dos pueblos que apenas distan 10 kilómetros, decimos que vamos a echar el día. Porque el track lo hace dando divertidos rodeos. Buscando la belleza (es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo, Trecet dixit). Y porque puestos a perderse, este no sería mal lugar, como atestiguan los cerdos, vacas, caballos. Y las águilas que aquí y allá divisamos a lo lejos. 


Alternamos pues, tramos difíciles, de MTB (con señales de la carrera) y tramos muy sencillos y graveleros, de la vía verde de la minería. Ahí aceleramos el paso. No porque haya prisa, sino porque nos animamos. Cada uno mete rueda al otro, y cuando nos descuidamos estamos rodando a treinta. Volamos bajo, mientras vemos pasar las casetas abandonadas de la vía verde. Solo el complejo Turístico "El Soldado" ha aprovechado la más importante de ellas.

Llegamos así a Villanueva del Duque, localidad que agrupa lo que fuera esta pequeña zona minera. Llevamos menos de 4 horas y 54 km de ruta. Así que paramos a comer algo. Aunque es pronto. Pero nos quedan "oficialmente", 16 km, y apenas es mediodía. Empezamos a runrunear la idea de cambiar el final, y seguir un poco más. Puede suponer (y supone) perder el dinero de la reserva, pero pensamos que es lo mejor. Nunca se sabe qué te puedes encontrar al día siguiente. Así que comemos tranquilos y seguimos ruta. Siguen los campos de labranza oreados de encinas aquí y allá. Llegamos a Villaralto, y seguimos hasta el Viso. Allí deberíamos quedarnos, pero no, demasiado pronto. Son las 3. Llamámos al hotel, y les avisamos. Y buscamos hasta donde. Alcaracejos. 


Son 20 más, pero vamos muy bien. En Dos Torres hacemos un alto para refrescarnos. Mientras, disfruto de su preciosa plaza. El día está ya encarrilado, o eso parece. A partir de ahí, tenemos casi 1 kilíometros en ligero ascenso, hasta Añora. Aquí además nos enfrentamos a un punto "complicado". Empieza un precioso sendero junto a un muro de piedra, técnico, divertido, de los que nos gustan, pero poco a poco se cierra, hasta hacerse invisible, comido por la maleza. salimos como podemos, acabamos por un sembrado. 

Estamos (Fernando me entenderá) de nuevo de aventura soriana. Pero dura poco. El Track de Al-Ballut es fiable, pata negra, y esta es la única sorpresa, no me atrevo a decir que desagradable.

Añora (precioso nombre) y seguimos hasta Alcaracejos. Allí nos espera el Hostal Cesar. Cierto, sin lujos, pero, muy bike-friendly en el sentido que a nosotros nos gusta. No tanto porque esté "diseñado" para acoger ciclistas, sino porque pone todo de su lado para hacerlo. Nos abren las puertas del almacen para guardar las bicis, y pese a la libranza del "cocinero" nos dan de cenar de lujo. Otro sitio absolutamente recomendable, por trato y precio.

5- Día 4. Alcaracejos- Villanueva de Córdoba


Track de la Ruta en Komoot. 71,3 km. 1090 m d+

Hoy todo estaba gris desde primera hora. Y me he librado de lo que aturdía mi cabeza. La ruta aparenta ser sencilla, más sin los 20 kilómetros que le quitamos ayer, y sabiendo, como empezamos a saber que no nos vamos a encontrar con grandes sorpresas. La del sendero de ayer fue de esas excepciones que confirman la regla. Un recorrido espectacular, fiable, bonito. Sin renunciar del todo a la diversión del MTB, pero apto para todos los públicos. Y nosotros estamos hechos a locuras. 

Aun así, según nuestra costumbre, madrugamos. Porque nunca se sabe. Porque a los enbiciados, a los de verdad, no nos importa madrugar. Antonio siempre lo decía. Dejamos Alcaracejos por la ermita (habitual cuestarrón) y seguimos. Vuelta a las dehesas. Hoy, con un cielo gris que amenaza tormenta, en otro color. Con otra luz. El paisaje parece distinto. ¿Lo es? Puede, al menos, en la mirada no es el de ayer, pero sé que sí. La ruta, eso sí, es divertida, con subidas y bajadas a un par de cerros, alternadas entre pistas, zonas rocosas de pizarra, muy divertidas, y senderos cerrados tuberías donde tumbar la bici. Y pista, y bajada, y un águila saludando desde el cielo. 



Fernando saca el dron, y en eso se nos va un rato, aunque luego descubrirá que se le pasó darle a grabar. La verdad es que la zona lo merecía. Es muy muy bonita. Los caminos se estrechan y el encinar se los come, nos rodea, mientras subimos cuestas, mientras bajamos entre lascas de piedra. No  es la zona más bonita del recorrido, pero quizá sí de las mejores ciclísticamente hablando. Un tramo que de nuevo, me trae a la sierra de Huelva que conozco tanto. Nos lleva 4 horas (nos lo tomamos con calma) llegar a Pozoblanco (km 32). Mi idea era comer allí, pero, como de costumbre, es muy temprano (y el terreno y el tiempo fresco nos han animado a apretar). Así que si es pronto para comer, no lo es para un buen bocadillo y una cerveza frente a  la plaza de toros. 


Me gustó volver a las dehesas verdes, y disfrutar de los tramos de pizarra, tanto de subida como de bajada, más de subida, claro. Y apretarme de vez en cuando. Sólo porque quiero, porque puedo.

Dejamos Pozoblanco, con un fuerte viento en contra. El día amenaza tormenta, aunque parece que la lluvia esperará hasta mañana.

Nosotros no. Seguimos camino, cómodo, salvo por el viento y en un entornos de subidas, ahora suaves, ahora un poco más "picantes".

Es día de charlar un poco más, de disfrutar de un recorrido cómodo para nosotros. Rodador, que no llano. Nos internamos en una dehesa más densa y tras un tramo de subida llegamos al Santuario de la Virgen de la Luna. Lugar de romería y parada obligada en nuestro camino. 

Descansamos un poco, picamos algo, y seguimos. Fincas con vacas, pero, sobre todo, en esta zona abunda el cerdo, siempre asustadizo.

 De hecho, de nuevo acabamos temprano, hoy sin posibilidad de ampliar. Son solo las tres cuando llegamos a Villanueva de Córdoba.  Es lo que tiene un recorrido de 80% pistas sin desniveles salvajes, y madrugar mucho. Así que aprovechamos para descansar y dar un tranquilo paseo y disfrutar, tanto de la bonita localidad, con la preciosa Iglesia de San Miguel, como de una buena cena en nuestro hotel y restaurante "El Volao". Sabemos que mañana lloverá y conviene recargar las pilas para el último día. 



6- Día 5. Villanueva de Córdoba- Azuel- Fuencaliente


Track de la Ruta en Komoot. 86 km. 890 m d+

Día pasado por agua. Las cosas como son. La belleza estaba ahí. Escondida entre los tonos de verde de la dehesa. Pero costaba encontrarla, con las gafas empañadas y la bici cubierta de barro. 

Salimos de Villanueva bien temprano. Ha estado toda la noche lloviendo y por un momento parece que para. Nos animamos, aunque todos los pronósticos están en nuestra contra.


Además, la ruta empieza con una suave bajada, hasta cruzar bajo las vías del AVE. Apenas las estamos cruzando cuando la lluvia empieza, ahora ya fuerte, y molesta, con un ligero viento. Entramos en la dehesa de nuevo, y la primera subida, aunque promete mucho, resulta no ser para tanto.


No obstante la peor subida del día está justo después. Nada demasiado duro. Apenas 4 kilómetros al 3%. Pero empezamos a calarnos, y es difícil sacar la sonrisa. aun así, seguimos con buen ánimo. El campo está realmente precioso. Y más allá de las fotos, que no pueden ser muchas, las imágenes en nuestras retinas son de las mejores. 



Lo peor del día, aunque pueda parecer extraño, no es la lluvia, sino el rizado que presentan todas las pistas en las que a duras penas intentamos ir rápido para esquivar la lluvia. Resulta realmente molesto, y unido a que con la lluvia y las gafas empañadas apenas puedo ver, y mucho menos buscar una trazada para evitarlas, acabamos bastante quemados. Aun así, vamos a buen ritmo, con ganas de acabar, o, mejor, de llegar a un sitio seco y caliente. La lluvia y la pista rizada nos acompañará prácticamente hasta Cardeña. Allí, es obligado parar, tomar un café con tostadas y calentarnos un poco. Llevamos 45 kilómetros en tres horas. Y solo nos quedan otros 40. Nos lo podemos tomar con calma.

Habrá quien espere un relato épico, pero la verdad es que no. Será porque estamos acostumbrados a lidiar en peores plazas, será porque el recorrido de toda la ruta ha sido una auténtica maravilla, o, seguramente, porque sabemos que es el último día, y aunque lleguemos calados, mañana no hay que pedalear ni ponernos las zapatillas húmedas por la mañana.

Salimos de Cardeña, sigue lloviendo. Pero tras un breve tramo de carretera, el track toma un sendero a esa misma carretera. Complicado, en algunas partes el agua corre por él como un río y algo cerrado por tramos, pero la verdad es que nos divertimos. En realidad podríamos haber ido por la carretera, apenas 50 metros a nuestra derecha y sin tráfico, pero supongo que teníamos ganas de disfrutar de un poco de MTB del bueno, chapoteando entre el barro.

Es llegando a la Venta del Charco que la lluvia se pone más complicada. Ahora sí, no veo nada, y nuestra velocidad aminora un poco. En las bajadas paso un poco de miedo, porque literalmente, no veo a través de los cristales empañados y cubiertos de lluvia, y en esto, ir sin suspensión, da un poco de desventaja. Te obliga a buscar más la trazada, y si no la ves, la situación se complica. Afortunadamente, vamos muy bien. No hay prisa, o sí. Hay prisa para no mojarnos, pero nada más.


Pasado Aldea del Cerezo, deja de llover. Y por fin, disfrutamos, sí, de los colores, y olores de un campo que está en su mejor momento, brillante, empapado. Los bosques de encinas, caminos entre muros. Da pena terminar. Fernando tiene uno de sus momentos gamberros y intentando remojarme en uno de los incontables charcos se pega un revolcón. Y nos reímos como niños chicos. La vida es fácil cuando solo tienes que pensar en pedalear (y en evitar que Fernando te salpique :-P). Cuando tienes los pies fríos las manos mojadas y la mirada llena de verde.




A veces pienso en cuanto tiene de huida este viaje. Y la lluvia, es también algo de lo que huir, aunque sepas que te endurece.



Se hace, en fin, un día duro, que llevamos con el convencimiento de que es el último. Ya con sol (pero aún con amenaza de que vuelva la tormenta) llegamos a Azuel. Hemos completado el círculo de Al-Ballut. Y lo celebramos, con un cochinillo frito, típico del lugar, y unas cervezas. El último tramo ya sin lluvia ha sido casi, el punto final. El que ha cerrado la historia de una ruta de paisajes únicos. Una auténtica sinfonía de dehesas a la que solo le han faltado unos venados para acabar de amenizarla. 



Pero, aun nos quedaba la última sorpresa, en forma de arcoiris, mientras subimos por carretera de vuelta a Fuencaliente. 



7- Epílogo

Final de ruta, sí. Momento de agradecimientos, y de pensamientos. Ésta no es una crónica al uso, pero alguien me dijo un día que escribiera en este blog, aunque no fuera estrictamente ciclismo, y aquí sigo. 

La dehesa, decía. La dehesa es un paisaje a tantos años luz de mí, de mi mismo, que al principio no me encuentro. Pero el recorrido, exigente, pero sin excesos, sin grandes puertos para la reflexión, me ha dado paz. Quizá no emoción, pero eso ya lo esperaba.  Mi emoción nace en las montañas.

Aun así, no puedo sino agradecer a Jorge y David, los creadores de esta ruta un recorrido de 9,99 (solo Dios es perfecto). Y creo que no puedo hacer mejor reconocimiento a su trabajo, que animaros a recorrerla, a descubrir por vosotros mismos esta ruta preciosa, de pueblos de gente amable, y con un recorrido perfecto, de contrastes que permite conocer en todos sus colores un ecosistema increíble y poco reconocido. Es una ruta además, sin grandes desniveles y con la posibilidad de acortarla si es preciso. En fin, no os la perdáis.

Y el último agradecimiento, el más grande, es para Fernando. El loco que sigue al loco en sus más audaces aventuras, y, esta vez, el que aceptó de salida salir a rodar con un compañero que apenas iba a hablar, ni a reir los chistes (bueno, esto es casi siempre) ni a sonreir. El que se queja, solo un poquito y con la boca pequeña cuando le meto en los peores enbolados, y esta vez, no rechistó con gastar días en una ruta que para él era un paseo. Contar con Fer es de las mejores cosas que me ha dado este grupo. Gracias Amigo


No hay comentarios :

Publicar un comentario