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jueves, 10 de noviembre de 2011

¡Que no se te ve!

Escrito por Rafa

¡Que no se te ve!
Estimados compañeros de En bici por Madrid:

Soy relativamente nuevo en esto del ciclismo urbano por nuestra ciudad; durante este año y medio la bici me ha dado muchas satisfacciones. Pocas, muy pocas veces, he tenido experiencias realmente desagradables. Una de ellas fue el pasado domingo, y aunque sólo sea por el desahogo y por compartir opiniones con el resto de los lectores, he decidido contároslo por si os parece de interés para el blog.

No voy a decir que sea la perfección circulando, pero estoy bastante mentalizado de la importancia que tiene por seguridad y por convivencia cumplir unas normas básicas de circulación, así que las conozco y las cumplo. El pasado domingo, a eso de las nueve y media de la noche, regresaba a mi casa después de ver a unos amigos. A mi paso por el Puente de Segovia iba circulando por el centro del carril (izquierdo, porque iba a girar en ese sentido), con luz delantera blanca, dos luces traseras rojas, dorsal reflectante, cintas reflectantes en los tobillos y casco. Apenas había tráfico. En un momento dado, casi llegando al semáforo, noto unos faros de coche detrás, oigo un leve chirrido e instantes después un coche me adelanta rápidamente por la derecha. No le di ninguna importancia porque no me di cuenta de que al parecer hizo una maniobra brusca. En el semáforo, al ponerme a su altura, el conductor me llamó y me recriminó "que no se me veía". Un poco extrañado le hice notar que llevaba dos luces traseras y reflectantes, a lo que él respondió con un encogimiento de hombros y repitió, que "él no me había visto". Más extrañado todavía le expliqué que llevaba elementos de visibilidad de sobra para circular de noche y que él debía prestar la atención adecuada. Lo siguiente por su parte fue recurrir a una muletilla con la que ya me he topado alguna que otra vez en situaciones parecidas: "si yo lo digo por ti, por tu seguridad. Si no valoras tu vida es problema tuyo. A mí me da igual".

¡Que no se te ve!
Reconozco que esta respuesta me pone bastante nervioso. Obviamente, porque valoro mi vida y me importa mi seguridad, hago todo lo que se supone que debo hacer para poder circular sin peligro. Sin embargo, las personas que recurren a esta respuesta parecen lavarse las manos y eludir su responsabilidad al volante disfrazándola de falso interés por mi seguridad, pobrecito e inconsciente ciclista. Como os digo, han sido muy pocas veces las que he tenido encontronazos serios con conductores, pero siempre me han respondido de esta forma que me deja poco menos que boquiabierto.

Hasta aquí el tono de la discusión había sido, si no cordial, al menos sí correcto, pero cuando a continuación le respondí que, si yo estaba cumpliendo con todo lo que se me exigía, a lo mejor el problema estaba en que él no estaba prestando suficiente atención a la conducción, me contestó con bastante suficiencia, de nuevo, que a él le daba igual, que yo vería lo que valoraba mi vida y que si me atropellaban... (dramáticos puntos suspensivos). La conversación derivó en un diálogo de besugos con intercambio de insultos incluido (no estoy orgulloso de ello, pero la verdad es que no pude contenerme) y la zanjó él pegando un acelerón, ¡saltándose el semáforo en rojo! y desapareciendo de la vista.

Ya sé que hay situaciones en las que no se gana nada discutiendo y esta es una de ellas, pero es indignante comprobar cómo, desde el punto de vista de ese conductor, mi única alternativa real era no ir en bici. Todos hemos leído respuestas y comentarios de energúmenos (apelativo cariñoso, faltaría más) en noticias de periódicos que lanzan exabruptos contra los ciclistas y su presencia en las calles. Este señor le contaría esta misma historia a sus amigos desde un punto de vista muy distinto, claro, haciendo uso de la excusa de que él "no me veía", así que la conclusión es que yo era un imprudente y un temerario y que incluso cuando él se tomó la generosa molestia de advertirme del peligro que estaba corriendo, yo me encaré con él en lugar de agradecérselo. Si es que claro, los ciclistas son la leche.

Esta es la gran y frustrante paradoja del ciclismo urbano en Madrid: en una ciudad donde integrantes de todos los colectivos se saltan las normas de circulación muy a menudo (empezando por los peatones, acabando con los conductores y pasando por los ciclistas), incluso cuando te empeñas en hacer las cosas "bien" las acabas haciendo "mal" para alguien. Alguien que quizá ha estado a punto de atropellarte y al que casi tienes que darle las gracias antes de saltarse un semáforo en rojo.