Gante, Flandes
250.000 habitantes.
70.000 estudiantes

Me ha tocado la suerte de pasar unos meses en Gante, de donde escribo estas líneas. Seguro que mi experiencia hubiera sido bien distinta al coincidir mi estancia con el verano en vez del otoño/invierno y tengo que decir que llevo bastante mal el tema del frío, del viento y de la lluvia que cae por aquí. Pero esto no iba a pararme en el uso de la bici para mis desplazamientos.

No hacen falta más de unos minutos de pedaleo bajo la lluvia para quedarse con ropa mojada hasta el fin del día. Después de un par de veces -y un resfriado tremendo- me fijé en como sobrevive la gente de aquí: ropa adecuada, por supuesto, pero también el uso de una App fantástica que da en detalle las precipitaciones para los próximos 15 minutos. Gracias a buienradar, sé cuándo aprovechar el amparo de una tienda, una biblioteca o un bar por el camino.
La hora punta aquí es un encanto. Al semáforo, estoy rodeada de docenas de otros ciclistas. Entre ellos suele haber un 20 y pico por ciento de bicis ocupadas por más de una persona. O bien son estudiantes que llevan a algún compañero/novia en el portabulto, o bien se trata de una de estas laaaaaargas bicis [foto 8] donde caben un adulto + dos niños pedaleando + otro niño más en una silla.

Bicis tipo "reparto" las hay muchas también, con dos o tres niños charlando muy a gusto mientras un papá o una mamá pedalea para todos.
¿Coches? Sí, los hay -¡y muchos!- por el perímetro de la ciudad. De los que entran al centro no he sentido nunca ninguna presión. Ni una bocina ni un chillido de motor. De la avenida de circunvalación hacía adentro, se circula a ritmo de bici. Esto vale para coches pero también para buses y tranvias. Lo que sí es cierto es que gran parte de los ciclistas van a una velocidad muy alta, ¡que hasta el BiciMad no podría superar!

El "espacio" ciclista es muy variado. Hay largas rutas al lado de canales y ríos donde la bici está bien separada del resto del tráfico. Allí es donde la velocidad es mayor y el tráfico más intenso. En estas vías caben hasta 4 bicis. Para salvar el ceda el paso a la altura de los puentes, suele haber un sistema muy ingenioso: el carril bici se desvía hacía debajo del puente. La bici pasa a la altura del agua, sin tener que parar, mientras los coches se encuentran con un semáforo.
En otoño, del mantenimiento de las zonas ajardinadas al lado de los canales se ocupaba un pastor con sus ovejas. ¡Muy pintoresco!

Mi ruta cotidiana pasa por Coupure Links, uno de los muchos canales que llegan hasta el centro. Por allí está instalado un contador de bicis que cuenta, al final de un día laborable cualquiera, más de 8.000 bicis. Un orgullo saber que participo a dos de estas unidades cada día ;-)
Una vez en la ciudad, las calles que bordean los canales pierden su ciclocarril, y toda la calle se pone de prioridad ciclista. ¡Un encanto!


El mayor problema surge al acceder a la parte medieval de la ciudad. Allí sí que lo pasan mal los ciclistas, por causa de los adoquines, que con el paso del tiempo empiezan a separarse, dejando huecos donde se enganchan las ruedas casi tan fácilmente como el las vías del tranvia. Hay calles que son una verdadera gimcana para el ciclista. En días de lluvia no es nada raro ver a un par de ciclistas resbalar, casi siempre por causa de un bordillo mal negociado.
Cuando voy al centro, no me lo pienso dos veces: dejo la bici en un aparcabici de lujo, bajo techo, alumbrado, con video vigilancia, baños y bomba para losneumáticos. Allí se encuentra uno muy a gusto para atar/desatar candado, vestirse, ... He presenciado hace poco los preparativos de una familia al final de un día de compra navideña. Un placer ver con qué tranquilidad podían instalar a los niños y a la compra en las bicis, sujetar tranquilamente la protección contra la lluvia, y verlos salir feliz hacía su casa.

En cuanto a las calles de sentido único para los coches, casi todas son de sentido doble para el ciclista. El que no es de aquí no lo tiene complicado para encontrar su camino: hay itinerarios ciclistas bien marcados que cruzan el centro de norte a sur y de oeste a este.
Rutas marcadas, calles a contramano, carriles bicis anchos, desvíos por debajo de los puentes, aparcamientos cubiertos,.... al sentirse tan privilegiado aquí el ciclista, como no iba a convertirse la bici en el modo de transporte más usado?
La gran oferta de coches compartidos (40 sitios en total dentro de esta pequeña ciudad) permite un acceso fácil al coche al que lo necesita. Desde poco, Gante ofrece también en su lista de vehículos de alquiler, unas bicis de reparto. Aquí se perfila la movilidad del futuro. ¡Da gusto! ¿Quizás un buen destino para el próximo city trip de nuestros alcaldes?
Una tarde, he visto a un ciclista siguiendo a un coche que parecía perdido, iba muy lento y cambiaba de rumbo sin intermitente. Le impedía al ciclista seguir su rumbo entre las vías del tram. Cuando el ciclista, for fin, consiguió rebasar al coche, llamó la atención del chofér dandole al coche un golpecito suave con la mano. Mala suerte, se trataba de un coche policía de paisano. Me chocó ver le seriedad con la cual pararon el coche, detenieron al ciclista y le pidieron sus documentos, sin que el ciclista pareciera chiflarse.

Una App que da la previsión del tiempo para los próximos minutos
No hacen falta más de unos minutos de pedaleo bajo la lluvia para quedarse con ropa mojada hasta el fin del día. Después de un par de veces -y un resfriado tremendo- me fijé en como sobrevive la gente de aquí: ropa adecuada, por supuesto, pero también el uso de una App fantástica que da en detalle las precipitaciones para los próximos 15 minutos. Gracias a buienradar, sé cuándo aprovechar el amparo de una tienda, una biblioteca o un bar por el camino.
La hora punta aquí es un encanto. Al semáforo, estoy rodeada de docenas de otros ciclistas. Entre ellos suele haber un 20 y pico por ciento de bicis ocupadas por más de una persona. O bien son estudiantes que llevan a algún compañero/novia en el portabulto, o bien se trata de una de estas laaaaaargas bicis [foto 8] donde caben un adulto + dos niños pedaleando + otro niño más en una silla.

Bicis tipo "reparto" las hay muchas también, con dos o tres niños charlando muy a gusto mientras un papá o una mamá pedalea para todos.
¿Coches? Sí, los hay -¡y muchos!- por el perímetro de la ciudad. De los que entran al centro no he sentido nunca ninguna presión. Ni una bocina ni un chillido de motor. De la avenida de circunvalación hacía adentro, se circula a ritmo de bici. Esto vale para coches pero también para buses y tranvias. Lo que sí es cierto es que gran parte de los ciclistas van a una velocidad muy alta, ¡que hasta el BiciMad no podría superar!
Carriles bici que evitan los cruces, pasando por debajo de los puentes
El "espacio" ciclista es muy variado. Hay largas rutas al lado de canales y ríos donde la bici está bien separada del resto del tráfico. Allí es donde la velocidad es mayor y el tráfico más intenso. En estas vías caben hasta 4 bicis. Para salvar el ceda el paso a la altura de los puentes, suele haber un sistema muy ingenioso: el carril bici se desvía hacía debajo del puente. La bici pasa a la altura del agua, sin tener que parar, mientras los coches se encuentran con un semáforo.
En otoño, del mantenimiento de las zonas ajardinadas al lado de los canales se ocupaba un pastor con sus ovejas. ¡Muy pintoresco!

Una vez en la ciudad, las calles que bordean los canales pierden su ciclocarril, y toda la calle se pone de prioridad ciclista. ¡Un encanto!
El mayor problema surge al acceder a la parte medieval de la ciudad. Allí sí que lo pasan mal los ciclistas, por causa de los adoquines, que con el paso del tiempo empiezan a separarse, dejando huecos donde se enganchan las ruedas casi tan fácilmente como el las vías del tranvia. Hay calles que son una verdadera gimcana para el ciclista. En días de lluvia no es nada raro ver a un par de ciclistas resbalar, casi siempre por causa de un bordillo mal negociado.
Cuando voy al centro, no me lo pienso dos veces: dejo la bici en un aparcabici de lujo, bajo techo, alumbrado, con video vigilancia, baños y bomba para losneumáticos. Allí se encuentra uno muy a gusto para atar/desatar candado, vestirse, ... He presenciado hace poco los preparativos de una familia al final de un día de compra navideña. Un placer ver con qué tranquilidad podían instalar a los niños y a la compra en las bicis, sujetar tranquilamente la protección contra la lluvia, y verlos salir feliz hacía su casa.
¡Cómo se nota que se apuesta claramente para la bici por aquí!
La sensación que tengo al circular por aquí es una de gran respeto. El tráfico es bastante intenso pero parece que cada uno, sea coche, bici o peatón, circula con buen entendimiento. Me costó al principio acostumbrarme a que un coche me cede el paso mientras tenía él la prioridad. Se agradece mucho no tener que hacer un paro completo y parece que los automovilistas (que seguro que son ciclistas también en otras horas) lo entienden bien. Entre ciclistas y peatones, cada uno va adaptando su velocidad para que nadie tenga que dar un stop completo. Un bonito baile improvisado donde las manos juegan un papel importante para indicar los cambios de rumbo.En cuanto a las calles de sentido único para los coches, casi todas son de sentido doble para el ciclista. El que no es de aquí no lo tiene complicado para encontrar su camino: hay itinerarios ciclistas bien marcados que cruzan el centro de norte a sur y de oeste a este.
Rutas marcadas, calles a contramano, carriles bicis anchos, desvíos por debajo de los puentes, aparcamientos cubiertos,.... al sentirse tan privilegiado aquí el ciclista, como no iba a convertirse la bici en el modo de transporte más usado?
La gran oferta de coches compartidos (40 sitios en total dentro de esta pequeña ciudad) permite un acceso fácil al coche al que lo necesita. Desde poco, Gante ofrece también en su lista de vehículos de alquiler, unas bicis de reparto. Aquí se perfila la movilidad del futuro. ¡Da gusto! ¿Quizás un buen destino para el próximo city trip de nuestros alcaldes?
Un incidente que me chocó: El pleno centro de Gante es zona prohibida para los coches. Allí circulan muchos autobuses, tranvias, peatones, y por supuesto ciclistas.
Una tarde, he visto a un ciclista siguiendo a un coche que parecía perdido, iba muy lento y cambiaba de rumbo sin intermitente. Le impedía al ciclista seguir su rumbo entre las vías del tram. Cuando el ciclista, for fin, consiguió rebasar al coche, llamó la atención del chofér dandole al coche un golpecito suave con la mano. Mala suerte, se trataba de un coche policía de paisano. Me chocó ver le seriedad con la cual pararon el coche, detenieron al ciclista y le pidieron sus documentos, sin que el ciclista pareciera chiflarse.