Introducción
Parece que fue ayer, pero no. Año 2014. Con nervios en la salida e incertidumbre luego por si la crónica os gustaría. En aquel mes de Septiembre os contamos la crónica de nuestra primera aventura cicloturista en común. El primer Camino Enbiciado. Recuerdo mis nervios cuando Antonio me pidió que contara nuestro viaje. Le dije que no sabía escribir de otra manera, que no iba a quedar muy profesional, porque es tocarme el Camino y se me pone el corazón a flor de piel, y la emoción en la punta de los dedos. Pero será por eso, o porque nos pasaron muchas cosas y todas bonitas. Será porque el Camino de Santiago es especial y porque las flechas amarillas iluminan algo más que nuestra ruta, parece que os gustó, casi tanto como a nosotros. Para todos los que lo vivimos aquel Camino fue único y muy especial, particularmente por haber podido compartirlo con Antonio.
Después de aquella han venido más rutas y algunas maravillosas crónicas, como la de nuestro común Camino de Uclés, la de la Transgredos que viví con Fernando, o, aun sin una crónica “formal”, la de la Transcam 5, nuestra iniciación al cicloturismo más salvaje.
Este año con las condiciones sanitarias aún muy complicadas, tocaba adaptarnos. Así que ha sido un Camino un tanto especial. Pero como siempre, un viaje en bici es algo que te divierte, y te ocupa desde mucho antes. Es tan bonito pensarlo, planificarlo, visualizar el plan de ruta, como luego disfrutarlo y vivirlo. Porque por más que lo prepares, por más que surja alrededor de tu idea luego el Camino tiene vida propia, y se desarrolla por sus propios derroteros.
Y por supuesto recordarlo, y contarlo, es tan divertido como vivirlo. Viajar en bici es así, una aventura y las mejores aventuras merecen ser contadas.
Esta vez, podemos presumir de hacerlo aún mejor que entonces. Porque cuando viajas en grupo viajas de otro modo. Compartes vivencias, olores, maneras de entender la vida y el Camino. En el fondo, cada uno vive su propia aventura, su propio cuento. El protagonista de una historia es el actor secundario de otra. Y esta vez, os vamos a traer un relato a dos voces. Como hiciéramos en aquel Soplao de 2016. Mi visión, de ciclista amante de la po-épica, de la epopeya y de los datos y números. Y la de Fuencis, nuestra Lolaila Flores, siempre atenta a los olores, al sentir y el cantar de cada color del Camino.
Desde que empecé el Camino, sabía que quería contároslo. Pero cuando Fuencis me envió su crónica, supe que la una no podía ir sin la otra, ni viceversa (ni vice-verso). Y hoy veo que al igual que es difícil pedalear con una sola pierna, sería muy difícil entender todo lo que hemos vivido sin las dos visiones, sin los dos colores, de esta historia. Así que aquí la tenéis.