Resumen del capítulo anterior
Verónika aprendió a montar en bici ya de adulta, pero no se le da nada bien. Después de haber usado su bici una vez en dos años decidió venderla y olvidarse del asunto.
Sin embargo, preparando un viaje a Laos, descubre en una guía de viajes la frase que lo cambiará todo: "La capital más tranquila del mundo. Con sus amplias calles planas y sus todavía escasos coches, Vientiane es una ciudad fácil de explorar en bici”
Verónika dice "basta". No quiere volver a ser la que se quede en tierra mientras el resto de amigos vive aventuras sobre dos ruedas. Decide que es hora de recuperar el tiempo perdido. Tiene 4 meses antes del verano. Y elabora un plan.
Afortunadamente, Verónika sabía de la existencia de las bicis de Ciudad Universitaria, biciCUM. Gracias a que conoció el servicio por nosotros y no por la página oficial, sabía que podía coger una de esas bicis y llevársela a casa por 15€ al mes, aun sin ser universitaria. Muchos ni se enteraron y el servicio cerró por falta de uso. A día de hoy, ninguna empresa ha sido capaz de cubrir ese servicio. Si no hubiese existido en ese momento algo así, el relato se hubiera acabado aquí.
Antes de llevarse ese hierro de 19 kg que eran las bicis de biciCUM a su casa sin ascensor decidió probarla un tranquilo sábado en el parking de Medicina. Recuerdo que me pidió acompañarla, para que la guiase a su casa por una ruta tranquila si se le daba bien. Si se le daba regular, siempre podría llevarla en metro.
Se le dio mal.
¿Saben aquello que dicen de que montar en bici “es como montar en bici, que nunca se olvida”? No es verdad.
Yo recordaba que en Bybike (ahora Bike&Roll) tenían un nivel especial para gente que sabía rodar pero que le faltaba habilidad. Pablo, el monitor fue tajante “si llevas 4 horas intentando pedalear sólo conseguirás frustarte. Una hora a la semana y entre medias practicas tú. En tres clases te dejamos lista”.
De esta manera, su entrenamiento se acopló a su rutina laboral y las escasas tres clases tuvieron un rendimiento muy bueno. Cierto es que Verónika no aprendió todo lo que se supone que hay que aprender. Si en algún momento se imaginó montando como en esta foto de abajo, luego tuvo que desengañarse: Nada de soltar una mano para señalizar ni mirar hacia atrás, mucho menos ponerse de pie para pedalear cuesta arriba, ni siquiera adquirió habilidad para pasar por espacios muy prietos. Pero al menos ya controlaba sus trayectorias, arrancaba en cualquier circunstancia y podía disfrutar del paseo sin cansarse porque ya era capaz de ir cuesta abajo sin pedalear.
Aunque no lo crean, nos demostraría a todos que sólo con esas habilidades era factible circular con la bici por Madrid.
Sin embargo, preparando un viaje a Laos, descubre en una guía de viajes la frase que lo cambiará todo: "La capital más tranquila del mundo. Con sus amplias calles planas y sus todavía escasos coches, Vientiane es una ciudad fácil de explorar en bici”
Verónika dice "basta". No quiere volver a ser la que se quede en tierra mientras el resto de amigos vive aventuras sobre dos ruedas. Decide que es hora de recuperar el tiempo perdido. Tiene 4 meses antes del verano. Y elabora un plan.
Episodio 2. Verónika tiene un plan
Aquellas bicis verdes
Su idea era alquilar una bici por unas semanas e ir a algún parque cercano a practicar. Hay gente que tiene amigos que les prestan la bici. Verónika no tenía esa suerte, así que habló con varias tiendas, con diálogos esperpénticos: “Pues a ver, si un día son 15€, todo el mes son 600€. No, no hacemos descuento por alquilar varios días”.
Afortunadamente, Verónika sabía de la existencia de las bicis de Ciudad Universitaria, biciCUM. Gracias a que conoció el servicio por nosotros y no por la página oficial, sabía que podía coger una de esas bicis y llevársela a casa por 15€ al mes, aun sin ser universitaria. Muchos ni se enteraron y el servicio cerró por falta de uso. A día de hoy, ninguna empresa ha sido capaz de cubrir ese servicio. Si no hubiese existido en ese momento algo así, el relato se hubiera acabado aquí.
Antes de llevarse ese hierro de 19 kg que eran las bicis de biciCUM a su casa sin ascensor decidió probarla un tranquilo sábado en el parking de Medicina. Recuerdo que me pidió acompañarla, para que la guiase a su casa por una ruta tranquila si se le daba bien. Si se le daba regular, siempre podría llevarla en metro.
Se le dio mal.
¿Saben aquello que dicen de que montar en bici “es como montar en bici, que nunca se olvida”? No es verdad.
Verónika aprende a montar… de verdad
Era incapaz de hacer una recta sin que la bici empezara a girar en círculos cada vez más pequeños hasta que su trayectoria colapsaba como si fuera un desagüe. Ante nuestra impotencia, cuando ya estaba a punto de tirar la toalla y resignarse a ser un verano más “la que se queda en el bar mientras otros se van a rodar”, decidimos pedir ayuda profesional.Yo recordaba que en Bybike (ahora Bike&Roll) tenían un nivel especial para gente que sabía rodar pero que le faltaba habilidad. Pablo, el monitor fue tajante “si llevas 4 horas intentando pedalear sólo conseguirás frustarte. Una hora a la semana y entre medias practicas tú. En tres clases te dejamos lista”.
El plan para ganar la guerra a tu rutina laboral
¿Cómo usar la bici a diario si estás llegando a casa a las 9 de la noche? Para forzarse a usar la bici entre clase y clase, Verónika elaboró una estrategia interesante: incorporaría la bici a su trayecto laboral en un tramito fácil. Caminar desde su casa hasta un parque cercano, se atraviesa en bici y se ata al otro lado del parque (con buenos candados, por favor) siguiendo en bus hasta el trabajo. De esa manera, sabía que tenía que traerla de vuelta también. Los días de abril ya permitían hacer eso con algo de luz.De esta manera, su entrenamiento se acopló a su rutina laboral y las escasas tres clases tuvieron un rendimiento muy bueno. Cierto es que Verónika no aprendió todo lo que se supone que hay que aprender. Si en algún momento se imaginó montando como en esta foto de abajo, luego tuvo que desengañarse: Nada de soltar una mano para señalizar ni mirar hacia atrás, mucho menos ponerse de pie para pedalear cuesta arriba, ni siquiera adquirió habilidad para pasar por espacios muy prietos. Pero al menos ya controlaba sus trayectorias, arrancaba en cualquier circunstancia y podía disfrutar del paseo sin cansarse porque ya era capaz de ir cuesta abajo sin pedalear.
Aunque no lo crean, nos demostraría a todos que sólo con esas habilidades era factible circular con la bici por Madrid.