“Pies para qué os quiero, si tengo alas para volar”.
“Tan
absurdo y fugaz es nuestro
paso por el mundo, que solo
me deja tranquila el saber
que he sido auténtica, que
he logrado ser lo más
parecida a mi misma que he
podido.”
Frida Kahlo
“Tan
absurdo y fugaz es nuestro
paso por el mundo, que solo
me deja tranquila el saber
que he sido auténtica, que
he logrado ser lo más
parecida a mi misma que he
podido.”
Frida Kahlo
Sí hace un año me lié la manta a la cabeza para hacer un autohomenaje como mujer ciclista, y animar a aquellas que aún no se han atrevido a coger la bicicleta, hoy quiero hacer un homenaje a las que ya llevan un rato siendo mis compañeras de rutas MTB, de fatigas, compañeras de vida y, al fin y al cabo amigas.
Además, desde que hacía mis primeros paseos por parques o por la Casa de campo, me ha obsesionado entender qué nos diferencia a las mujeres de los hombres cuando montamos en bicicleta. He mirado libros, artículos, y he intentado observar. Unos dicen que tenemos el torso más pequeño y menos fuerte, las piernas proporcionalmente más largas, los isquiones más separados, que nuestras pulsaciones van a un ritmo más rápido, en la mayor parte de los casos nuestra fuerza muscular es menor, y el volumen muscular ni digamos. Todos estos son aspectos físicos que obviamente generan una forma distinta de montar en bicicleta. Pero hoy estoy convencida de que son los factores educativos y culturales los que nos hacen montar de forma distinta sobre todo. Hoy también sé que por ser educativos y culturales no son menos difíciles de cambiar. Ni falta que hace.
Y así presento este elenco de grandes ciclistas que los sábados nos atrevemos a afrontar los retos y no retos de enbicipormadrid.
Además, desde que hacía mis primeros paseos por parques o por la Casa de campo, me ha obsesionado entender qué nos diferencia a las mujeres de los hombres cuando montamos en bicicleta. He mirado libros, artículos, y he intentado observar. Unos dicen que tenemos el torso más pequeño y menos fuerte, las piernas proporcionalmente más largas, los isquiones más separados, que nuestras pulsaciones van a un ritmo más rápido, en la mayor parte de los casos nuestra fuerza muscular es menor, y el volumen muscular ni digamos. Todos estos son aspectos físicos que obviamente generan una forma distinta de montar en bicicleta. Pero hoy estoy convencida de que son los factores educativos y culturales los que nos hacen montar de forma distinta sobre todo. Hoy también sé que por ser educativos y culturales no son menos difíciles de cambiar. Ni falta que hace.
Y así presento este elenco de grandes ciclistas que los sábados nos atrevemos a afrontar los retos y no retos de enbicipormadrid.
Cali, Auxi, Natalia y yo, Satisfechas después de hacer de guías en la Red MTB de 2015 |
Natalia. 24 años. De nuestras frecuentes de hoy, la benjamina, pero sobre todo conocida como “la reina de Cuenca”, con su aparente debilidad que no es más que apariencia, ha demostrado que no hay distancia que se le resista. Natalia apareció hace algo más de año y medio con discreción, sin comerse el mundo, y con su delicada timidez engañándoles a todos. Pocos meses después con una naturalidad despampanante no había ruta que se le resistiera, como sin esfuerzo, tranquila y todavía discreta, sin grandes aspavientos. Siempre con ese miedo que todas tenemos se plantea que no podrá con un camino de Santiago, que no podrá con Cuenca, que no podrá con el Soplao, que no podrá… y detrás Antonio, y Agus, y tal vez yo, convencidos una y otra vez de que no solo podrá, sino que lo hará de nuevo una vez más, con cabeza, aguante, saber estar. Hay a quienes nos educaron para resistir sufriendo y poner cabeza. Y Natalia hace gala de esa educación poniendo buena cara, acompañando, sumando y dando más al grupo.
Charo. 32 años. Nuestra gacela del grupo, Charo destila elegancia cuando monta en bici. Todas queremos ser como ella. Sabes que te va a pasar con suavidad, tranquila, sin esfuerzo aparente, charlando con unos y con otros hasta ponerse en cabeza casi sin darse cuenta. Es una de nuestras ciclistas más fuertes, sabe lo que es subir puertos, y recorrer largas distancias. Compañera infatigable de su padre, la bici de carretera fue su escuela, y hoy nos enseña a todos cómo se debe montar en bici. Pero Charo no da lecciones, se reconoce humilde y busca aprender de todos, admira a los que están al lado, y se hace compañera generosa para apoyar en los cierres. Sabe de su experiencia y de todo lo que puede dar al grupo, podría ser una de nuestras mejores guías, si ella se lo propusiera. Pero de nuevo esa humildad y discreción, que le hacen destacar a los otros, olvidándose de sí misma. Nos educaron para ser generosas con el compañero, promoverle a él y olvidarnos un poco de nosotras, y así Charo no duda en destacar las grandes cualidades de los otros, y buscar además cómo unir a más gente, seguir haciendo grupo.
Auxi. 34 años. Casi desde que la conocí me reconocí fan de Auxi. Cuando Auxi abre la boca de la mía salen risas, y así si nos juntamos Olivares, Auxi y yo hacemos el club del humor, ellos hablan y yo me río. Y sin embargo, Auxi no se reconoce esa capacidad que tiene para hacer reír a los otros. Tampoco presume. Fue la primera con quien recorrí km de camino de Santiago, y costas de Galicia. Probablemente con ella tengo algunas de las fotos más bonitas y eso hace que sienta algo especial. Y Auxi, una vez más, es más fuerte de lo que piensa, en las rutas, siempre con miedo a quedarse atrás, y sin embargo adelanta a muchos sin mayores dificultades. Haciendo gala de un gran autoconocimiento, reconoce sus límites y hasta dónde no quiere llegar, se niega a combatir el frío, con su espíritu más andaluz y admite que se aburre recorriendo largas distancias y sin embargo, Auxi, si quisiera... estaría con nosotras haciendo la marcha del Soplao, le sobran capacidades, fuerza, ritmo, y de nuevo saber estar. Nos enseñaron a ponernos techos de cristal... Y cómo no, le divierte la compañía, culminar las rutas con cervezas, conocer lugares nuevos, y ser viajera incansable.
Laura. 34 años. Ya conocida como “la molinillo”, descubrí con este grupo que puedo ser escaladora, que cuando subo algún puerto me posee el espíritu de Zaratustra tan bien explicado por Amélie Nothomb (Ni de Eva ni de Adán). Eso sí, en los inicios de cada etapa sufro para seguir el ritmo; un día me dijeron que soy como un motor diésel (es que tampoco sé mucho de motores…) …pero así, si me metes en largas distancias ese sufrimiento se va transformando hasta disfrutar de cada kilómetro que se prolonga. Me gusta el poco a poco y a ritmo tranquilo, qué le voy a hacer. Y aprendiendo de una misma sobre la bici, aprendes sobre cómo te comportas en la vida. Me enseñaron que en el largo plazo está el objetivo, y que las cosas llegan con el tiempo y con esfuerzo (aunque a veces no llegan)… Con el tiempo, y observando a mis compañeros, me atrevo cada día más con las bajadas. Nunca pensé que fuera a disfrutar bajando senderos y algunas trialeras. Nosotras en general disfrutamos menos de las bajadas. Nos enseñaron a ser prudentes, a no caernos… Pero lo que más me motiva finalmente sigue siendo hacer grupo, sentir que no solo se anima cada día más gente, y más chicas, sino que además en torno a este grupo se genera un bonito sentido de pertenencia... un concepto que siempre me ha encantado.
Cali. 44 años. Mi heroína. Esta es la frase que le he oído más de una vez a Cali. Y sin embargo, tengo que dar la vuelta a la tortilla. Cali es probablemente la mujer a la que he visto sufrir más sobre la bici (hoy puedo decir que me adelanta subiendo cuestas). Y sin embargo, Cali no se rinde. Es probablemente la persona de este grupo con más fuerza de voluntad y empeño. He acompañado en más de una ocasión a Cali en el cierre de las rutas, y siempre agradeciendo la compañía, y soportando además comentarios, que a mi juicio toman cierto tinte machista, ella ha sabido darles la vuelta y aprender de la experiencia. Detrás de ese empeño y fuerza de voluntad hay un autoconocimiento y una autoestima de la que todas deberíamos aprender. El progreso de Cali es espectacular, y eso se debe a que supo no rendirse, ha sabido hacer lo que su cuerpo podía y progresar desde la sabiduría del que sabe lo que le beneficia. Cali además sufrió algunas caídas el año pasado. Esto le hizo sentir miedo. Nos enseñaron a ser prudentes y a tener miedo a las caídas. Pero una vez más supo tomar su propio ritmo, hacer sus propias rutas para no sentir presión, e ir cogiendo confianza como quien se sabe dando sus primeros pasos. Cali hoy da pasos agigantados y enseña a otras chicas a bajar piedras y senderos. Cali como muchos, ha hecho grupo, ha generado una vez más sinergias y ha querido sumar, permite sentirse acogidos a quienes llegan, y comparte su experiencia para que otros se enriquezcan.
A partir de aquí, entran en el elenco una dimensión especial de mujer, aquellas que son madres.
Manuela. 47 años. Lo de Manuela es estratosférico. Debido a sus múltiples caras y múltiples ocupaciones, no podemos contar muy a menudo con la presencia de Manuela, pero ella siempre está por ahí. Desde el primer día su enorme extraversión hizo que se hiciera con el grupo a la primera. Ya fue una más desde el principio. Recuerdo perfectamente la conversación con ella en el tren rumbo a Segovia, las rutas de verano, que es cuando ella más puede venir. Porque Manuela tiene tres hijos. Y en verano tiene tal vez más tiempo, que es cuando sus hijos están fuera. Y lo realmente increíble es que Manuela, con sus 47 años y sus tres hijos hace triatlones, maratones, ironman, y todo ese tipo de carreras de fondo que a mí me son tan ajenas... Manuela es estratosférica. Manuela es también de ese estilo de ir poco a poco y llegar lejos. Cada vez que llego a casa cansada y me digo, hoy no es día de coger la bici, me pregunto en qué horas del día Manuela entrena. No lo entiendo, pero ella puede, representa a esas mujeres que se atreven con las carreras de fondo, aún cuidando de sus hijos, atendiendo a su trabajo, sacando adelante su vida, y además buscando siempre nuevas aventuras y viajando en solitario. Manuela ha sabido rehacerse, tomar su vida por los cuernos y demostrarnos a todas que se puede. Y cuando viene, una vez más, anima al grupo, al cotarro, haciéndonos ver que sentirse parte del grupo es una cuestión de actitud y de ganas de compartir momentos, aunque sean los que cada una pueda.
Belén. 49 años. Belén es para mí una parte legendaria de este grupo. Siempre recordaré como iba yo con la lengua fuera subiendo las cuestas de la urbanización Las Cuestas, mientras Belén fresca y lozana me contaba cómo había vivido los peores momentos de su vida... y sin buscarlo me daba lecciones. Y me explicaba cómo una vez más, la bici había sido su forma de encontrar un lugar en el mundo... como para la mayoría de nosotras. Belén es la más veterana de nuestras habituales, pero nadie lo diría cuando la ve. Pura espontaneidad, sabemos que puede aparecer en cualquier punto de la ruta. Belén tiene una capacidad de diversión que ya la querría yo para mí. Es capaz de arrancar con la bici a las cuatro de la mañana si se lo pide el cuerpo, o irse de juerga por la noche y volver con la bici sin pestañear, o aparecer en El Escorial a eso de las dos de la mañana con zapatos de tacón dispuesta a incorporarse a la ruta. Y Belén también es madre, y me explica cómo les explica a sus hijos unas y otras cosas, y cómo así se van haciendo ya adultos. Y ves cómo sus hijos se enorgullecen de su madre, de su madre ciclista. Y eso una vez más, me parece admirable, porque Belén es capaz de compaginar, muy diferentes roles, el cuidado, el trabajo, y sus ganas de pasarlo bien con la bicicleta.
Este es el elenco de las mujeres que más conozco que nos unimos cada sábado a disfrutar de mucho más que la bici. No están todas las que son. Otras, con quienes tal vez no haya coincidido tanto, las últimas incorporaciones sabemos que también van a dar guerra. Y todas ellas demuestran que están aquí por mucho más que montar en bici: Marta, Samantha, Anita…
Y no me olvido de las que nos precedieron, y que en los últimos tiempos no nos han acompañado, pero que han tenido y tienen una fuerte presencia en este grupo: Ana, probablemente la persona más fuerte de este grupo, con una energía brutal, capaz de mover montañas, y movilizar a todos nuestros enbiciados; Irene, la benjamina, pero una vez más dando lecciones de que bajo una apariencia pequeña, sonriente, de mochilita rosa y camiseta de tirantes, se puede encontrar uno de los grandes escaladores, una de las personas más fuertes, y Branka, que llegó a España, se compró una bici y se unió a las rutas como si tal cosa, como una más tirando del grupo; Ana, la otra Bermejo también fue una más desde el primer día... Sonrisas, sonrisas y sonrisas.
Todas, todas, somos muy diferentes. No hay ni una que monte en bici igual, cada una con sus características nos hacemos auténticas también sobre la bici. Si nos ves vestidas de calle, no podríamos ser más dispares. Y sin embargo, tenemos en común que vivimos la bici como mucho más que un deporte, nos llena vivirla en grupo y sabemos lo importante que es para nuestra salud. Observando un poco nuestra forma de vivir la bici, podría decir además que a la mayoría de nosotras nos da especial pudor cambiar a bicis especialmente caras, y así la mayoría de nosotras circula con bicis muy simples como si fuéramos con las mejores. Nos cuesta más que a ellos preocuparnos por las rutas, los tracks, y la mayoría no tiene GPS, aunque reconocemos su utilidad, en general nos cuesta pasarnos a los pedales automáticos, tal vez porque nuestra eficiencia nos importa poco. No nos interesa en general la mecánica, y eso en más de una ocasión nos puede jugar malas pasadas. Somos además en general más prudentes, tenemos más miedo a caernos y por ese motivo nos atrevemos menos con las trialeras.
Estas somos las mujeres que montamos en bici en este grupo. No somos más fuertes, ni tenemos más capacidades que otras mujeres. Simplemente nos atrevemos a montar, nos divierte, y nos gusta compartir los momentos. Nos hemos hecho fuertes con el tiempo, rodando, aprendiendo de nuestras compañeras y compañeros. Hoy nos atrevemos con los puertos, y hasta bajamos trialeras, observando y aprendiendo de los demás, siguiendo la estela de otros y de otras, y siempre ayudando en el grupo.
Cada una de nosotras un día nos decidimos a hacer ruta con este grupo. La mayoría empezó por una ruta fácil, porque hemos aprendido a atrevernos poco a poco. Cada una a su ritmo fue creciendo, y hoy con nuestras idas y venidas nos hemos convertido en habituales, y sobre todo en “enbiciadas”.
Mis agradecimientos a los fotógrafos: Agus, Alonso, Niko, Pedro. Casualmente, no hay casi ninguna foto echa por nosotras.
Natalia con el Camino de Santiago casi terminado. Disfrutando de las corredoiras gallegas |
Charo. 32 años. Nuestra gacela del grupo, Charo destila elegancia cuando monta en bici. Todas queremos ser como ella. Sabes que te va a pasar con suavidad, tranquila, sin esfuerzo aparente, charlando con unos y con otros hasta ponerse en cabeza casi sin darse cuenta. Es una de nuestras ciclistas más fuertes, sabe lo que es subir puertos, y recorrer largas distancias. Compañera infatigable de su padre, la bici de carretera fue su escuela, y hoy nos enseña a todos cómo se debe montar en bici. Pero Charo no da lecciones, se reconoce humilde y busca aprender de todos, admira a los que están al lado, y se hace compañera generosa para apoyar en los cierres. Sabe de su experiencia y de todo lo que puede dar al grupo, podría ser una de nuestras mejores guías, si ella se lo propusiera. Pero de nuevo esa humildad y discreción, que le hacen destacar a los otros, olvidándose de sí misma. Nos educaron para ser generosas con el compañero, promoverle a él y olvidarnos un poco de nosotras, y así Charo no duda en destacar las grandes cualidades de los otros, y buscar además cómo unir a más gente, seguir haciendo grupo.
Charo creando estilo con las Torres |
Auxi. 34 años. Casi desde que la conocí me reconocí fan de Auxi. Cuando Auxi abre la boca de la mía salen risas, y así si nos juntamos Olivares, Auxi y yo hacemos el club del humor, ellos hablan y yo me río. Y sin embargo, Auxi no se reconoce esa capacidad que tiene para hacer reír a los otros. Tampoco presume. Fue la primera con quien recorrí km de camino de Santiago, y costas de Galicia. Probablemente con ella tengo algunas de las fotos más bonitas y eso hace que sienta algo especial. Y Auxi, una vez más, es más fuerte de lo que piensa, en las rutas, siempre con miedo a quedarse atrás, y sin embargo adelanta a muchos sin mayores dificultades. Haciendo gala de un gran autoconocimiento, reconoce sus límites y hasta dónde no quiere llegar, se niega a combatir el frío, con su espíritu más andaluz y admite que se aburre recorriendo largas distancias y sin embargo, Auxi, si quisiera... estaría con nosotras haciendo la marcha del Soplao, le sobran capacidades, fuerza, ritmo, y de nuevo saber estar. Nos enseñaron a ponernos techos de cristal... Y cómo no, le divierte la compañía, culminar las rutas con cervezas, conocer lugares nuevos, y ser viajera incansable.
A veces, solo a veces, Auxi no le hace ascos al frío ni a la nieve |
Laura. 34 años. Ya conocida como “la molinillo”, descubrí con este grupo que puedo ser escaladora, que cuando subo algún puerto me posee el espíritu de Zaratustra tan bien explicado por Amélie Nothomb (Ni de Eva ni de Adán). Eso sí, en los inicios de cada etapa sufro para seguir el ritmo; un día me dijeron que soy como un motor diésel (es que tampoco sé mucho de motores…) …pero así, si me metes en largas distancias ese sufrimiento se va transformando hasta disfrutar de cada kilómetro que se prolonga. Me gusta el poco a poco y a ritmo tranquilo, qué le voy a hacer. Y aprendiendo de una misma sobre la bici, aprendes sobre cómo te comportas en la vida. Me enseñaron que en el largo plazo está el objetivo, y que las cosas llegan con el tiempo y con esfuerzo (aunque a veces no llegan)… Con el tiempo, y observando a mis compañeros, me atrevo cada día más con las bajadas. Nunca pensé que fuera a disfrutar bajando senderos y algunas trialeras. Nosotras en general disfrutamos menos de las bajadas. Nos enseñaron a ser prudentes, a no caernos… Pero lo que más me motiva finalmente sigue siendo hacer grupo, sentir que no solo se anima cada día más gente, y más chicas, sino que además en torno a este grupo se genera un bonito sentido de pertenencia... un concepto que siempre me ha encantado.
Justo antes de subir una de las preciosas subidas en el Soplao cántabro. Largas distancias, con largas cuestas |
Cali. 44 años. Mi heroína. Esta es la frase que le he oído más de una vez a Cali. Y sin embargo, tengo que dar la vuelta a la tortilla. Cali es probablemente la mujer a la que he visto sufrir más sobre la bici (hoy puedo decir que me adelanta subiendo cuestas). Y sin embargo, Cali no se rinde. Es probablemente la persona de este grupo con más fuerza de voluntad y empeño. He acompañado en más de una ocasión a Cali en el cierre de las rutas, y siempre agradeciendo la compañía, y soportando además comentarios, que a mi juicio toman cierto tinte machista, ella ha sabido darles la vuelta y aprender de la experiencia. Detrás de ese empeño y fuerza de voluntad hay un autoconocimiento y una autoestima de la que todas deberíamos aprender. El progreso de Cali es espectacular, y eso se debe a que supo no rendirse, ha sabido hacer lo que su cuerpo podía y progresar desde la sabiduría del que sabe lo que le beneficia. Cali además sufrió algunas caídas el año pasado. Esto le hizo sentir miedo. Nos enseñaron a ser prudentes y a tener miedo a las caídas. Pero una vez más supo tomar su propio ritmo, hacer sus propias rutas para no sentir presión, e ir cogiendo confianza como quien se sabe dando sus primeros pasos. Cali hoy da pasos agigantados y enseña a otras chicas a bajar piedras y senderos. Cali como muchos, ha hecho grupo, ha generado una vez más sinergias y ha querido sumar, permite sentirse acogidos a quienes llegan, y comparte su experiencia para que otros se enriquezcan.
Cali conquistando El Pardo. Ella disfruta como una enana y nos contagia su disfrute |
A partir de aquí, entran en el elenco una dimensión especial de mujer, aquellas que son madres.
Manuela. 47 años. Lo de Manuela es estratosférico. Debido a sus múltiples caras y múltiples ocupaciones, no podemos contar muy a menudo con la presencia de Manuela, pero ella siempre está por ahí. Desde el primer día su enorme extraversión hizo que se hiciera con el grupo a la primera. Ya fue una más desde el principio. Recuerdo perfectamente la conversación con ella en el tren rumbo a Segovia, las rutas de verano, que es cuando ella más puede venir. Porque Manuela tiene tres hijos. Y en verano tiene tal vez más tiempo, que es cuando sus hijos están fuera. Y lo realmente increíble es que Manuela, con sus 47 años y sus tres hijos hace triatlones, maratones, ironman, y todo ese tipo de carreras de fondo que a mí me son tan ajenas... Manuela es estratosférica. Manuela es también de ese estilo de ir poco a poco y llegar lejos. Cada vez que llego a casa cansada y me digo, hoy no es día de coger la bici, me pregunto en qué horas del día Manuela entrena. No lo entiendo, pero ella puede, representa a esas mujeres que se atreven con las carreras de fondo, aún cuidando de sus hijos, atendiendo a su trabajo, sacando adelante su vida, y además buscando siempre nuevas aventuras y viajando en solitario. Manuela ha sabido rehacerse, tomar su vida por los cuernos y demostrarnos a todas que se puede. Y cuando viene, una vez más, anima al grupo, al cotarro, haciéndonos ver que sentirse parte del grupo es una cuestión de actitud y de ganas de compartir momentos, aunque sean los que cada una pueda.
Manuela rumbo a Ávila. A Manuela no hay distancia que se le resista |
Belén. 49 años. Belén es para mí una parte legendaria de este grupo. Siempre recordaré como iba yo con la lengua fuera subiendo las cuestas de la urbanización Las Cuestas, mientras Belén fresca y lozana me contaba cómo había vivido los peores momentos de su vida... y sin buscarlo me daba lecciones. Y me explicaba cómo una vez más, la bici había sido su forma de encontrar un lugar en el mundo... como para la mayoría de nosotras. Belén es la más veterana de nuestras habituales, pero nadie lo diría cuando la ve. Pura espontaneidad, sabemos que puede aparecer en cualquier punto de la ruta. Belén tiene una capacidad de diversión que ya la querría yo para mí. Es capaz de arrancar con la bici a las cuatro de la mañana si se lo pide el cuerpo, o irse de juerga por la noche y volver con la bici sin pestañear, o aparecer en El Escorial a eso de las dos de la mañana con zapatos de tacón dispuesta a incorporarse a la ruta. Y Belén también es madre, y me explica cómo les explica a sus hijos unas y otras cosas, y cómo así se van haciendo ya adultos. Y ves cómo sus hijos se enorgullecen de su madre, de su madre ciclista. Y eso una vez más, me parece admirable, porque Belén es capaz de compaginar, muy diferentes roles, el cuidado, el trabajo, y sus ganas de pasarlo bien con la bicicleta.
Belén afrontando las cuestas con su alegría característica |
Este es el elenco de las mujeres que más conozco que nos unimos cada sábado a disfrutar de mucho más que la bici. No están todas las que son. Otras, con quienes tal vez no haya coincidido tanto, las últimas incorporaciones sabemos que también van a dar guerra. Y todas ellas demuestran que están aquí por mucho más que montar en bici: Marta, Samantha, Anita…
Y no me olvido de las que nos precedieron, y que en los últimos tiempos no nos han acompañado, pero que han tenido y tienen una fuerte presencia en este grupo: Ana, probablemente la persona más fuerte de este grupo, con una energía brutal, capaz de mover montañas, y movilizar a todos nuestros enbiciados; Irene, la benjamina, pero una vez más dando lecciones de que bajo una apariencia pequeña, sonriente, de mochilita rosa y camiseta de tirantes, se puede encontrar uno de los grandes escaladores, una de las personas más fuertes, y Branka, que llegó a España, se compró una bici y se unió a las rutas como si tal cosa, como una más tirando del grupo; Ana, la otra Bermejo también fue una más desde el primer día... Sonrisas, sonrisas y sonrisas.
Aquí estamos unas cuantas infiltradas en el Castañar de El Tiemblo |
Todas, todas, somos muy diferentes. No hay ni una que monte en bici igual, cada una con sus características nos hacemos auténticas también sobre la bici. Si nos ves vestidas de calle, no podríamos ser más dispares. Y sin embargo, tenemos en común que vivimos la bici como mucho más que un deporte, nos llena vivirla en grupo y sabemos lo importante que es para nuestra salud. Observando un poco nuestra forma de vivir la bici, podría decir además que a la mayoría de nosotras nos da especial pudor cambiar a bicis especialmente caras, y así la mayoría de nosotras circula con bicis muy simples como si fuéramos con las mejores. Nos cuesta más que a ellos preocuparnos por las rutas, los tracks, y la mayoría no tiene GPS, aunque reconocemos su utilidad, en general nos cuesta pasarnos a los pedales automáticos, tal vez porque nuestra eficiencia nos importa poco. No nos interesa en general la mecánica, y eso en más de una ocasión nos puede jugar malas pasadas. Somos además en general más prudentes, tenemos más miedo a caernos y por ese motivo nos atrevemos menos con las trialeras.
A algunas, además de montar en bici, nos encanta darle a la charla |
Estas somos las mujeres que montamos en bici en este grupo. No somos más fuertes, ni tenemos más capacidades que otras mujeres. Simplemente nos atrevemos a montar, nos divierte, y nos gusta compartir los momentos. Nos hemos hecho fuertes con el tiempo, rodando, aprendiendo de nuestras compañeras y compañeros. Hoy nos atrevemos con los puertos, y hasta bajamos trialeras, observando y aprendiendo de los demás, siguiendo la estela de otros y de otras, y siempre ayudando en el grupo.
Cada una de nosotras un día nos decidimos a hacer ruta con este grupo. La mayoría empezó por una ruta fácil, porque hemos aprendido a atrevernos poco a poco. Cada una a su ritmo fue creciendo, y hoy con nuestras idas y venidas nos hemos convertido en habituales, y sobre todo en “enbiciadas”.
Mis agradecimientos a los fotógrafos: Agus, Alonso, Niko, Pedro. Casualmente, no hay casi ninguna foto echa por nosotras.
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