Seguimos en campaña para conseguirle alas nuevas a Manuela. Crowdfunding AQUI
Puede que la vida no te sonría, pero Manuela te sonreirá siempre.
Ella es así, con esa sonrisa
constante que te convence de que todo va bien, hasta en las peores
circunstancias. La recuerdo así, sonriendo, desde que la conocí.
Fue hace tiempo, quizá en 2014, en
una ruta, creo recordar, camino hacia Ávila. Manuela iba atrás muy rezagada y
Antonio le iba llevando la mochila. El diálogo con él fue más o menos así:
- Vaya Antonio, hoy vamos tranquilos,
¿no?
- Se llama Manuela, y dice que
corre maratones.
- Pues correrá maratones, pero
los debe correr muy despacio
Creo que aquel no era su día,
pero extrañamente, aquella rubia sonreía, no dejaba de sonreír.
Esta no es la única vez que he
metido la pata con Manuela, porque mi rubia irá despacio, pero llega
siempre. No importa lo lejos que esté, no importa si es difícil. Ella
llegará siempre, despacio, pero llegará.
Manuela y Antonio tuvieron
siempre una relación especial. Quizá por edad, quizá por compartir la afinidad
de ser padres (entonces) de tres adolescentes.
Aunque estrictamente hablando,
creo que todos tenemos una relación muy especial con Manuela. Aunque no sea de
las que vienen a todas las rutas. Aunque Manuela solo venga cuando la dejan sus
mil compromisos, retos, hijos, maromos, picos, montañas y amigos y amigas varios.
Cuando Manuela viene, todo es como si siempre hubiera estado. El cariño de ayer
sigue vivo hoy, aun meses después.
Un abrazo fuerte, de los de verdad, contarnos
las vidas, reírnos mucho (con Manuela eso está garantizado) y pedalear juntos. Manuela
es, como pocos de este grupo que luce un lazo verde en el casco, FAMILIA,
así, con mayúsculas. Es la rubia, la guiri, la tri de las Fabres, hermana,
amiga.
A Manuela, más allá de mi cagada
del primer día, siempre la he admirado. Al principio de conocerla, incluso
diría que la envidiaba un poco. No por hacer las cosas que hace, sino por tener
el valor para atreverse a hacerlas. Desde su “juventud” recorriendo
Europa mochila a cuestas, a todas esas aventuras, montañas, maratones. Y todo
eso, con tres hijos detrás.
¿Cómo lo hace Manuela? Porque se
puede, si eres Manuela. Sin quejarse, y sin renunciar a nada, siempre
con una sonrisa en la cara, feliz y haciendo bromas. Así te cuenta ella como le
va la vida cada vez que la ves. Así te cuenta como se fue a Valencia en bici
sola, luchando contra el viento y su cabeza, o de su última escalada al Aneto,
o a la Pedriza que ella te cuenta como fácil, pero sabes que fue titánica. Manuela
ha vivido en su vida mil vidas como la tuya y la mía, sin más “mérito” que el
atreverse. Ha hecho realidad decenas de veces lo que para ti y para mí es un
reto, un sueño, un desafío.
Su vida de antes y su vida de
ahora. Porque en Julio, Manuela tuvo un accidente mientras escalaba en Picos
de Europa. Desde entonces, su lucha, su reto ha sido por vivir, casi nada. Superado
el primer golpe, vamos a por el próximo reto. Gracias a los cuidados que recibe
en el Hospital de Tetrapléjicos de Toledo, y esa voluntad de hierro que siempre
ha tenido, trata de recuperar algo de independencia. Y el ¿próximo reto? Manuela
con ¿Cuántos Manuela? 38, 39 maratones a tus espaldas? Sueña con volver a hacerlo.
A calzarse sus alas y volar. Porque eso es lo que nos gusta de montar en bici, esa
sensación de libertad. Los ciclistas somos del genero pájaro, necesitamos que el aire nos dé en la cara, para sentirnos vivos, para volar.
A poco de dejar de luchar por vivir, ya consiguió "engañar" a sus fisios para que le dejaran montarse en una handbike. Y los que la conocemos, sabemos que llegará donde quiera. Sabemos que con tesón volverá a subir montañas. Con tesón y ayuda, porque ahora al resto del mundo nos toca devolverle algo de lo que Manuela nos ha regalado antes.
Hoy gracias a la iniciativa de John Williamson muchos miembros de las muchas familias de Manuela celebran un concierto para ayudarle a conseguir su sueño: Dar la vuelta al mundo en handbike.
A Manuela le debo otra disculpa (aparte de por no poder ir a ese concierto, sic). Cuando fui a verla la última vez me dijo que quería subir al Kilimanjaro en handbike. Y te dije, Manu, que es imposible, porque casi nadie ha subido hasta allí en bici, y el que lo ha hecho... fue con soporte y mil trampas no dignas de ser consideradas "ciclar". Te pido disculpas, se me olvidaba que para tí, nada hay imposible. Se me olvidaba que si lo decías es porque quieres que cuando lo hagas esté a tu lado.
Así que como decimos en mi pueblo, en el pecado está la penitencia. Cuando quieras, subimos donde nadie haya subido en handbike, te acompaño a la Maratón de París o compramos los billetes para subir al Kilimanjaro. Manuela, gracias por todo lo que me das, y discúlpame.
Yo no sé cuando, o cuanto tardaremos. Porque Manuela, llega siempre. No rápida, no la primera, pero llega siempre. Con una sonrisa en la cara.
Y esa sonrisa, no me la quiero perder.
Pd.¡¡Te quiero rubia!!
Pd2. Insisto, seguimos en campaña para conseguirle alas nuevas a Manuela. Crowdfunding AQUI
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