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jueves, 4 de agosto de 2011

'No puedo comprender a los guarros que acuden en bicicleta a trabajar' por Salvador Sostres

'No puedo comprender a los guarros que acuden en bicicleta a trabajar' por Salvador Sostres 'Las bicicletas no son para el verano' de Salvador Sostres para elmundo.es

Puedo entenderlo todo salvo a los guarros. Ir mínimamente aseado y no oler mal me parece tu primera obligación como ciudadano. Hay un pacto tácito para la convivencia cívica y ordenada: y el desodorante es el primer punto de este gran pacto.

Puedo entenderlo todo: puedo entender que haya comunistas, que haya socialdemócratas -valga la redundancia-, que haya feministas e incluso vegetarianos. Puedo comprender lo de las vacaciones, lo de los sindicatos, lo de no querer trabajar y si mucho me apuras, que ya es apurar, hasta lo de Ignacio Escolar.

Pero no puedo comprender a los guarros, a los gorrinos que sin excusa ni pretexto, sobre todo los meses del verano, acuden en bicicleta a trabajar. Ni Barcelona ni Madrid son Amsterdam y para ir de aquí para allá hay que subir cuestas y con el calor que hace es imposible no sudar. Hay que tener muy poco respeto hacia tus compañeros de trabajo para llegar a la redacción o a la oficina después de haberte ejercitado bajo el rigor del sol del mes de julio.

"Es que yo no sudo". ¡Mentira!. "Es que yo por mucho que sude no huelo mal". ¡Eso te crees tú, mofeta!. "Mejor es sudar un poco que ensuciar con el coche la ciudad". ¡Pasa, chuflón, ya te queda menos para Sol!

La peste a sudado es una de las peores asquerosidades que hay. Todo el mundo sabe que después de hacer deporte se tiene uno que duchar; e ir en bicicleta, aunque no sea para tomar ningún puerto de montaña, se puede considerar perfectamente que es hacer deporte en ciudades que tienen las cuestas que tienen Madrid y Barcelona.

No me parece razonable subir por Segovia o por Balmes en julio o en agosto y sin solución de continuidad ir como si nada a trabajar. Las empresas tendrían que tomar medidas contra este tipo de atentados olfativos, en tanto que es un deber elemental de cada trabajador -y de cada ciudadano- circular limpio y desodorizado.

No entiendo como tanta gente se puede sentir bien yendo por ahí siendo un guarro. "¿Lo ves, Sostres? Ya estás otra vez faltando", dijo la mofeta atroz, que castigaba con su terrible hedor a los que tenía sentados a su lado.