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miércoles, 6 de mayo de 2020

Nueva Normalidad (I): Colegios en días alternos

Escrito por Verónika. Cualquier persona puede publicar un artículo enviándolo a enbici@espormadrid.es

En el día que los niños pudieron volver a ver la luz del sol me crucé con otra madre del mismo colegio al que mís dos hijos solían ir hace seis semanas (Dios, parecen años). Me comentó que era probable que los más pequeños no pudieran tener curso en septiembre.

Se me vino el mundo encima. Tienen dos y cuatro años, es decir, no tienen la presión de hacer selectividad ni nada similar, y hasta ese día no me había importado que se asilvestraran un poco. Total, dos meses sin clase es como unas vacaciones de verano. Yo ya me había hecho a la idea de que en otoño pudiéramos tener otro brote de virus y tocara algunas semanas más de confinamiento, pero esta posibilidad significaba dejarlos sin escolarizar durante ¿cuánto? Marzo, abril... septiembre, octubre... hasta que pase la gripe invernal ¿marzo de 2021?

Entendía que los más pequeños serían los primeros en ser recluidos al mínimo brote, pero me resistía a pensar que esa fuera la única opción. La enseñanza 100% virtual no está muy lograda, es injusta (brecha digital y desigualdad van de la mano) y en edades tempranas el contacto con otros niños es insustituible. Mis hijos tienen la suerte de estar educándose mutuamente, aprenden a gestionar conflictos, la mayor aprende enseñando al pequeño y el pequeño aprende imitando a la mayor. Amigos con hijos únicos de su edad no tienen esa suerte, y la carencia de trato social con niños de su edad puede pasar factura.

Quizá en un mundo en el que todo está por dibujar es posible imaginar otras realidades mejores, y contarlas para lograr que sucedan. Por eso escribo esto. Y aunque parezca que no tiene que ver con el contenido de un blog de bicis, la "nueva normalidad" que veo posible sí que habla de ella.




Hace un par de semanas hablaban de la apertura de colegios y guarderías en Dinamarca. Grupos pequeños de seis o siete para reducir contagios, que son exponenciales al número de contactos. Y una foto similar a esta de arriba, que me resultó tremendamente sugerente: suficientes niños para jugar y una atención mucho más personalizada que en las clases de 25 alumnos que vemos en los colegios de España. Entonces pensé con resignación "qué pena no tener unos presupuestos en educación que permitan esos ratios de alumnos por profesor". Esta semana mi pánico ha hecho cambiar mi estado de ánimo, de la resignación al tesón ¿Cómo lograr algo así antes de que empiece el nuevo curso?

Las clases en días alternos es quizá la única manera. Lunes y miércoles van la mitad de niños, martes y jueves la otra mitad. Viernes... habrá que pensar. No se trata sólo de un escenario menos malo que el confinamiento 100%, es que igual es una oportunidad para lograr algunas mejoras importantes en el ámbito de la salud, la educación, la conciliación familiar e incluso la movilidad. Los cuento uno a uno:

  • La salud: El más evidente, al reducir a la mitad el número de alumnos, se reducen los contagios de una manera exponencial en uno de los grupos con más riesgo de contagio. Al ralentizarse el ritmo de casos, se puede evitar mejor el colapso sanitario y evitar confinamientos extremos.
  • La educación: Uno de los factores que más afecta a la calidad educativa es la proporción de alumnos por profesor (aquí lo cuentan bien). La atención a cada alumno mejora cuando sólo son 12 en clase. Claro, hay que cambiar el método presencial 100% por uno en el que la mitad del tiempo los alumnos están en casa explorando las directrices que les han dado en el colegio, sin una necesidad de internet que a día de hoy implica un exceso de trabajo al docente y un resultado todavía incierto.
  • La conciliación: Esta es la parte más compleja. Está claro que este sistema implica teletrabajo a grandes niveles. Lo interesante es que no es necesario teletrabajar toda la semana, sólo 2 ó 3 días, algo más fácil de lograr para trabajos que requieren algo de presencia. Y lo malo es que hay trabajos que son 100% presenciales. Ya se ha planteado que  las familias en las que nadie se pueda quedar en casa las primeras en volver a escolarizar a sus hijos pequeños (hasta 6 años). Quizá sea viable un sistema en el que algunos alumnos sí puedan estar más días a la semana en el colegio, igual que hoy ya hay quien se queda al comedor o a actividades extra para conciliar horarios.
  • La movilidad: Uno de los principales motivos de llevarlos en coche al cole es tener que llegar a trabajar. Es lo que causa esas escenas horribles que veo en mi barrio de triples filas, humo y gritos (y a veces colaboro a ello, lo reconozco, aunque al menos intento aparcar un poco lejos). Con mitad de niños no sólo tenemos mitad de coches, es que la necesidad de ir en coche al cole desaparece en muchos más casos: si un padre teletrabaja, ya le puede llevar andando o en bici. El día que toca niño en casa, el adulto que tiene que salir se puede plantear más fácilmente alternativas al coche, porque tener que llevar niños en bici o acompañarles es quizá posible, pero para quienes no usamos mucho la bici suponen un obstáculo que preferimos resolver más adelante. Primero aprender a ir sin nadie a nuestro cargo.

Es un cambio radical y que requiere repensar muchas cosas. Pero estamos en uno de esos momentos en los que hay mucha gente dispuesta a ello si ve que el resultado merece la pena. Lo he comentado a algún profesor, otras madres y hasta el director de primaria del cole y su primera reacción ha sido favorable. Quizá porque la alternativa de un confinamiento total ya la hemos pasado y no queremos repetirla.

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