Una ruta muy divertida, ideal para días de lluvia
Conozco a muchos ciclistas que cuando hay pronóstico de lluvia directamente no salen o que considerarían cualquier día de lluvia como un mal día. Sin embargo, una de esas cosas que descubrí en este grupo es que la lluvia puede tener su atractivo. Siempre recuerdo lo que decía el Capi Antonio, que las bicis no encogen con la lluvia. Y que no somos de azucar :-)
Así que cuando los del tiempo amenazan con lluvia. lejos de amilanarnos, en nuestro grupo de rutas MTB buscamos rutas apropiadas para estas circunstancias. Rutas de esas que sabemos que no nos van a dar problemas de barro, senderos que con suelo mojado se hacen aún más divertidos y paisajes de esos que con la lluvia multiplican la intensidad de su colorido. No lo voy a negar, la del sábado la teníamos en la recámara, guardada como una joya para cuando llegaran las primeras lluvias.
Por tercera semana, nuestra salida es en un grupo muy pequeño, de nuevo,
partiendo a los integrantes en dos grupos diferentes que esta vez,
salimos de dos puntos también distintos. Mientras el primer
grupo sale de las Zorreras a las 9:38, el segundo lo hace desde Villalba
a las 10:05. Esto en teoría nos debería permitir rodar cerca pero sin
coincidir unos y otros salvo caso de emergencia. No obstante, como
veremos a pesar de planearlo así, nos acabamos encontrando en varios
puntos, en los que eso sí, respetamos siempre las distancias.
La ruta empieza en mi caso con
un pequeño inconveniente. Por error, me equivoqué de tren, y subí en uno
de la línea que va a Cercedilla, en vez del que va a El Escorial. Para
cuando me doy cuenta, he pasado la estación de Los Negrales, y apenas
puedo bajarme en Alpedrete. Rápidamente aviso al grupo a través de la
aplicación de walkie talkie Zello y salgo en su búsqueda, desandando el camino en busca del track que nos hemos marcado. Rápidamente salgo en busca de mi grupo mientras K-Li les guía por el recorrido. La acompañan Paloma, Barbara, Paco Pérez, Juanjo y Cristina, Jesu, y Jose Manuel .
Mientras voy como loco buscándoles, me encuentro con el segundo grupo, que guía David Arranz, nuestro “Merlu”, con el resto de integrantes: Gerardo, Sergio, Marisa, Raul, Pedriño, Fran y Julia.
David, que es nativo de la zona, me divisa cuando estoy en un cruce y
tras un saludo, les dejo atrás para coger a mi grupo, apenas un par de
kilómetros más tarde. Por el camino, paso junto a la Finca Monesterio también conocida como casa de las cigüeñas,
y poco después consigo cogerles, aunque no sin antes darme un buen
sofocón.
El grupo 2 junto a la Casa de las Cigüeñas |
Salida del Grupo 1 |
Continuamos ruta por el Camino de la Cerdilla. Una ruta que transcurre entre dos muros de piedra que protegen grandes fincas ganaderas y que suele presentar grandes charcos. Las lluvias de los últimos días han convertido esos charcos en auténticas balsas en las que unos y otros tenemos que batirnos el cobre. Afortunadamente, lo conocemos bien y no es una zona de barro “botijero” ni de que las ruedas se bloqueen, con lo que puedes cruzar estos pequeños lagos sin miedo mientras las ruedas chapotean. Los más noveles, Barbara, Paloma y nuestra jovencísima Cristina alucinan un poco con nuestro atrevimiento en los innumerables charcos, pero es que como digo, los conocemos bien.
Tenemos más dificultad en la parte trasera del Camping El Escorial, donde sí nos encontramos con grandes badenes con escalones completamente inundados en los que nos toca echar pie a tierra, más por el peligro de que un resbalón nos haga acabar calados que porque de verdad entrañen mucha dificultad. Aun así, el paisaje compensa. Poco a poco, atravesamos praderas, y dehesas que van dando paso a bosques de hoja caduca. Pasamos junto al Centro de Proceso de Datos de la Policía, una explanada que sorprende por una serie de torres, y cuya importante función hace ya unos años me explicó un compañero, justo antes de cruzar la M-600 para empezar la subida más “complicada” del día.
Vamos a asomarnos a las primeras estribaciones de Abantos, por su lado más asequible, el de la pista del Hospital. La subida empieza muy suave, siempre por asfalto, entre un pinar que con la humedad del día rebosa vida. La verdad es que aunque a primer hora de la mañana ha habido algún rato de lluvia, el día nos está respetando mucho, la temperatura es ideal, y el frescor nos anima a subir ligeros. Me aprieto un poco y veo que solo Jose Manuel y Barbara (vaya fichaje!) me siguen, así que aflojo el paso, y a buen ritmo, pero charlando tranquilamente, ganamos altura y empiezan a mejorar las vistas. Paramos un rato justo antes de coronar nuestra ascensión del día para reagruparnos. Pese a que hemos subido bastante rápido, los compañeros apenas tardan en llegar unos minutos. K-Li hace un excelente trabajo animando el cierre. Por el walkie Novoa , re-incoporado de una breve ausencia agravada por el confinamiento, nos avisa de que espera al grupo en el Monasterio. Así que con ganas de llegar como estamos se nos pasa subir al mirador del Monasterio en el que tantas veces hemos parado. Quedará para otra vez. A nuestra derecha queda el Embalse del Romeral, construido por Juan de Villanueva para dar servicio al Monasterio y el pueblo de El Escorial.
Callejeando llegamos al Monasterio, donde no pueden faltar las fotos de rigor. La verdad es que una de las cosas bonitas, siempre lo digo de nuestras rutas, es llegar a estos sitios a lomos de nuestra bicicleta. En el Monasterio, efectivamente, nos espera Novoa, y nos alegra mucho verle de vuelta. Bajamos por el Bsque de la Herrería, y tras cruzar la M-505 nos internamos en la llamada “Lancha de Zacarías”.
Un precioso bosque, con formaciones de roca cubiertas de musgo a los pies de la Silla de Felipe II. Paloma tiene un pequeño percance mecánico que rápidamente Novoa subsana. Seguimos por la espectacular Colada del Chincharrón, hoy de una belleza increible, pues las lluvias multiplican el color y se empieza a adivinar el otoño. Aún nos queda tiempo para bromear mientras saltamos de roca en roca, y después de que Novoa y yo tengamo nuestra habitual chanza sobre las bondades del Tubeless, no pasa ni un kilómetro antes de que pinche mi rueda delantera. El ¿Karma? Seguramente, o más bien, pinchos importados de Segovia y su campo través de hace unas semanas. En fin, que no son pocas las risas que suscita lo que no deja de ser una avería más. La reparamos relativamente rápido, pero aún así, somos cogidos y adelantados por el segundo grupo. Saludamos, y damos paso porque la avería no reviste mayor dificultad.
El "¡Hola Grupo 1!¡Hola Grupo 2! se convierte en otra clase de diversión, que incluso se convierte en canción con melodía de los Payasos de la tele, acrecentada por las charlas por el walkie. Nos espera un tramo de divertidas bajadas por coladas y trialereas que hacen las delicias de todos, sobre todo de los más hábiles. A estas alturas, Bárbara lleva ya tiempo sufriendo las ventajas de no llevar suspensión. No entiendo como pudieron aguantar sus cervicales!. El caso es que es un tramo realmente divertido.
Tras cruzar la M-600 con mucho cuidado, bordeamos la urbanización parque Las Infantas. Junto a la Ermita de Valmayor nos encontramos al grupo 2 tomando un bocadillo y descansando. Así que saludamos de nuevo y les adelantamos. En breve llegaremos junto a las aguas del embalse de Valmayor, que rodearemos parcialmente. Primero por carretera y luego por una colección de divertídisimos senderos. Llegamos así al punto en el que a la cabecera del embalse, tenemos que cruzar el Río Aulencia. Es este un paso que varía mucho de unas épocas del año a otras. Lo mismo lo encuentras seco, que, como es el caso, fruto de las lluvias de los últimos días baja con bastante agua. Buscamos si alguno de los dos puntos principales de cruce está más fácil, pero no es así, y entre eso, y la rotura de cadena de Bárbara nos coge de nuevo el segundo grupo. Juntos reparamos la avería, muy complicada, porque su bici es de 6 marchas y ni ella ni ninguno tenemos eslabón rápido (¡chicos, el eslabón rápido es un repuesto imprescindible!).
Así que tenemos que hacerlo “a la antigua”. Troncha-cadenas, bulón, y una cantidad importante de maña y paciencia. Pero por fin lo conseguimos, y sin más dificultad que la de mojarnos los pies, conseguimos cruzar. Una vez al otro lado, de nuevo, tomamos distancia entre grupos. No durará mucho, pues, esta vez Jesu, rompe su cadena. Afortunadamente, él sí lleva eslabón rápido, con lo que la reparación es mucho más fácil, aunque , claro, inevitablemente, el grupo 2 de David Arranz nos vuelve a adelantar. Está claro que ¡Los del primer grupo estábamos gafados!.
No tardaremos mucho en volver a cogerles, en la presa,un lugar demasiado bonito para no hacerse fotos, que además hoy son espectaculares. Cogemos ya camino a las Zorreras, subiendo la cuesta de la Cañada Real. Aún tendremos otra avería, el pinchazo de Juanjo que reparamos rápidamente con un espray de espuma que lleva encima Paco Pérez. No es que sea necesario, pero estamos ya un poco cansados de tanta avería. Arriba nos están esperando los compañeros del grupo 2. Ellos acaban su ruta en Villalba, y tras hablarlo, decidimos que es mejor ir todos allí, por la mayor afluencia de trenes (y por los bocadillos del Bar las Murallas). Jose Manuel y Bárbara han venido en coche así que les guío hasta las Zorreras y de nuevo, tirando de Komoot, continuo mi ruta hasta Villalba.
En total, con mis pequeños “rodeos” iniciales y la vuelta hasta Villaba me han salido 64 km, muy divertidos y de dificultad media/baja. Tal como vaticiné a mis compañeros, nos hemos mojado más por los charcos y el cruce del río que por la lluvia propiamente, y el terreno estaba simplemente ESPECTACULAR para rodar. Senderos fáciles y al alcance de cualquiera e incidencias menores. Os comparto aquí la ruta que efectivamente hice yo, aunque la “buena” la tenéis en wikiloc al principio.
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