Por el puerto de la Morcuera y la Ruta Verde RV1 del arroyo de la Angostura

En la primavera de 2011, MiguelS, Samper y Aalto realizábamos una de las rutas más impresionantes que habíamos hecho hasta entonces por la Sierra madrileña, la Ruta de Colmenar Viejo al Puerto de Cotos. La recordaba como muy dura, pero espectacular por sus paisajes, en particular la subida al puerto de Cotos por el arroyo de la Angostura. El pasado fin de semana quise repetirla una vez más, y si me pareció espectacular en primavera, en otoño lo es aún más. Un año y medio después sigue pareciéndome una de las rutas más impresionantes que podemos hacer en bicicleta de montaña cerca de Madrid... bueno, siempre que tengamos fuerzas para recorrer casi 60 km, y subir dos puertos con pendientes imposibles llenas de raices y piedras.

- Datos de la ruta -
Fecha: Domingo 28 de octubre de 2012Origen: Estación de Cercanías de Colmenar Viejo
Destino: Estación de Cercanías del puerto de Cotos
Distancia: 57.58 km
Hora de inicio: 7:23 - Hora finalización: 15:30
Duración: 8 horas y 7 minutos
Velocidad media: 7.09 km/h
Desnivel subida acumulado: 2.227 m
Dificultad: alta (algunos tramos a pie empujando la bici)
Otros datos: Fuentes en Soto del Real y pasado el Puerto de la Morcuera (ahora está seca) - Ver ruta en RunKeeper - Descargar ruta en formato .GPX y .KML
Aprovechando el cambio de hora tenemos la suerte de que amanece más temprano, y como a mí no me importa madrugar, el domingo a las 7:20 de la mañana llegaba en tren a Colmenar Viejo con las primeras luces, para realizar una ruta muy dura que me llevaría hasta el puerto de Cotos.

El día estaba despejado, la temperatura era de unos 4º, y el viento soplaba del norte, con lo que la sensación térmica era aún menor. Según las previsiones meteorológicas iba a tener sol durante toda la jornada, pero mucho frío, sobre todo en los puertos.

La salida desde la Estación de Colmenar Viejo es un buen cuestarrón que me sirve para ir calentando las piernas. Tras cruzar el municipio por la solitaria Ronda Oeste, en unos minutos llegaba al carril bici, y seguía sin encontrarme a nadie en mi camino ¿Estaría todo el mundo durmiendo a estas horas?

Una vez atravesadas las vacías calles de Soto del Real, aparecen las primeras rampas del camino de Miraflores de la Sierra. Hemos pasado muchas veces por aquí en los últimos meses, y parece que la bici se conoce cada piedra del camino de memoria.

Como siempre, para hacer más llevaderas las duras rampas del camino, realicé una breve parada en la ermita de San Blas para contemplar el paisaje y comer algo, y volví a hacerlo un poco más arriba en el mirador, antes de enfrentarme con la subida al puerto de la Morcuera.

En la subida al puerto voy muy arropado por los árboles y no se nota tanto el viento como en el carril bici. Además el sol ya ha salido por completo y empieza a calentar un poco el ambiente.

Se nota que estamos en otoño, los robles y hayas han empezado a dejar caer sus hojas, y el suelo de estos bosques, que siempre está cubierto por verdes helechos, ahora ha cambiado a tonos pardos y amarillentos.

En la subida me voy encontrando con mucha gente que va de paseo por los pinares, con una cesta de mimbre en la mano. Ya decía yo que no había encontrado a ningún lugareño hasta ahora ¡Estaban todos buscando setas!

Al desaparecer la vegetación aparece de nuevo el viento y el frío. Al menos el sol pega fuerte y el cielo está totalmente despejado.

Solo me faltan un par de kilómetros por carretera M-611, que discurre entre las localidades de Miraflores de la Sierra y Rascafría, y habré llegado al puerto de la Morcuera. En este tramo me adelantan varios ciclistas de carretera con sus 'flacas', y me dan ánimos ¿Tan parado me ven?

Las vistas hacia el valle son impresionantes, con el cielo totalmente despejado, mucho viento y un sol radiante. En esta zona empiezo a notar algo de frío en las manos, y eso que llevo mis guantes de esquiar.

El aparcamiento estaba lleno de coches, y es que los senderistas y los buscadores de setas tienen que aparcar en algún sitio. Otras veces he encontrado más ciclistas por aquí arriba, pero hoy deben estar durmiendo.

Una vez más he coronado los 1.796 metros de altitud del puerto de la Morcuera, y ya van cinco desde este verano. Aunque siempre lo hago a un ritmo tranquilo, me sigue pareciendo un puerto bastante duro.


De momento voy fresco y subiendo a mi ritmo, que no es muy rápido, he tardado tres horas y 15 minutos en recorrer estos primeros 30 kilómetros. Estoy a mitad de camino, pero sé que lo que me queda por delante es mucho más duro.
Unos plátanos, un poco de charla con unos ciclistas, y empieza mi bajada hacia el valle del Lozoya.

Una rápida bajada por la carretera hacia Rascafría, paso por delante de la fuente de Cossio que ahora se encuentra seca, y giro a la izquierda en el refugio de la Morcuera.
En este punto empieza la Ruta Verde RV 6, una amplia y cuidada pista forestal que en 13,5 km nos permite llegar hasta el Monasterio de El Paular, a 1.159m de altitud.

La bajada por este camino no tiene pérdida, además las 28 balizas que van marcando la Ruta Verde nos van sirviendo de guía (iremos descontando números, hasta llegar a la baliza 5, punto en el que abandonaremos esta ruta para coger la RV1).
Otras veces he bajado muy rápido por este tramo, pero en esta ocasión hace mucho frío y el suelo está helado en las zonas más umbrías, por lo que bajo despacio y contemplando el paisaje.

Según voy bajando hacia el valle, al subir la temperatura el hielo se va convirtiendo en barro, por lo que tengo que extremar la prudencia con la velocidad. Ahora empiezo a cruzarme con ciclistas que suben hacia la Morcuera, se nota que no a todo el mundo le gusta madrugar.

Durante la bajada va cambiando la vegetación que me rodea. Al principio eran solo pastos y matorrales, luego pasé por una zona de grandes pinares de repoblación, otra zona de pinos silvestres, y en el último tramo es el roble rebollo el que domina el paisaje.

Tras pasar el desvío a la Cascada del Purgatorio, y cruzar todo el monte de “Los Robledos”, llego a la baliza 5, el punto en el que tengo que abandonar la Ruta Verde RV6, que sigue bajando un par de kilómetros pasando por las piscinas naturales de las Presillas hacia el monasterio de El Paular, y girar a mi izquierda para coger la Ruta Verde RV1, que me llevará al puerto de Cotos remontando el arroyo de la Angostura.

Si en la RV6 no había pérdida, y solo teníamos que bajar por la pista forestal, en la RV1 hay que estar muy atentos en los caminos y senderos a las balizas para no equivocarnos. Yo hice la ruta sin GPS, pero contaba con la ventaja de haberla hecho hace un año y medio, y recordaba muchas zonas perfectamente.
Hay un par de puntos en los que la ruta puede dar lugar a alguna confusión. En la foto anterior, por ejemplo, llegamos a una gran pradera verde en la que desaparece el sendero, y a nuestra derecha encontramos un puente invitándonos a cruzarlo. Sería un error, porque lo que tenemos que cruzar es la pradera y buscar un sendero que sale a la izquierda. Es el sendero que podemos ver en la siguiente foto.

La Ruta Verde RV 1 tiene una longitud de 16,3 Km, y sus 46 balizas (que iremos descontando en la subida) nos marcan el recorrido que nos permitirá subir desde los 1.163m de El Paular, a los 1.865 m. del puerto de Cotos.

En esta primera parte del recorrido nos adentraremos por grandes robledales, que ahora en otoño empiezan a adquirir tonos amarillentos y ocres. El roble mantiene gran parte de sus hojas durante el invierno a pesar de ser caduco, y aunque podemos ver el suelo lleno de hojas, también vemos los árboles de color marrón.

Es una zona de senderos estrechos, muy agradable para rodar en bici y con una pendiente muy suave. La temperatura es fresca, y aunque ya es mediodía, el sol que consigue filtrarse entre los árboles no calienta mucho el ambiente. Además, los últimos días ha llovido, y hay mucha humedad por toda la zona.

Río arriba a nuestra derecha encontraremos las ruinas de la antigua fábrica de luz, que suministraba la electricidad a los pueblos del Valle. Todavía pueden verse las canalizaciones y tuberías que llevaban el agua desde la montaña a esta mini central eléctrica.

La baliza 35 deja a nuestra derecha un camino hacia la zona conocida como La Isla, en la que podemos encontrar dos restaurantes junto a la carretera M-604 (Rascafría-Cotos), que en esta época otoñal preparan estupendos menús de caza y setas. Muy recomendables.
Sigo subiendo y subiendo por la izquierda del arroyo, cuando aparece ante mí el pequeño embalse del Pradillo, un excelente punto para contemplar el valle y para tomarme un pequeño pero merecido descanso.

También es un buen momento para comer algo, aunque en realidad yo voy comiendo durante toda la ruta. Respecto al agua, solo llevaba dos bidones, pero con el frío y la humedad no se bebe tanto como en verano.

Si los primeros tramos de la ruta eran senderos de perfil suave, aquí ya la cosa se va empinando, y aparecen las raíces y las piedras que nos acompañarán en muchos tramos de la subida. Toca un poco de empujabike.


Hemos dejado atrás los robles para pasar a una zona de pinares. Es suelo se encuentra cubierto de helechos pardos, que adquieren ese color por las bajas temperaturas.


Durante la subida tendremos que cruzar muchos arroyos, pero por suerte tenemos pequeños puentes de madera que nos facilitan la tarea.


Si hiciésemos la ruta en sentido de bajada, al igual que discurre el agua de los arroyos, seguiríamos la cabecera de aguas de la cuenca del río Lozoya, enlazando desde el puerto de Los Cotos con los caudales de los arroyos de alta montaña conocidos como de las Guarramillas y de las Cerradillas.
Estas corrientes, tras recibir por su margen izquierda al arroyo procedente de la Laguna Grande de Peñalara, pasan a constituir el arroyo de La Angostura el cual, a su vez, recibirá a los arroyos del Aguilón y de la Umbría. Será a partir de esta última confluencia, ya cerca de las tapias del monasterio de El Paular, cuando la corriente de agua pasará definitivamente a conocerse como río Lozoya.



El otoño es especialmente bello en esta zona de la ruta, con grandes hayas y árboles de hoja caduca. Las hojas cubren el suelo y los árboles adquieren tonalidades amarillentas, y naranjas. Todo un espectáculo.


Tantos buscadores de setas que me he cruzado a lo largo del día, y las más preciosas escapan de sus cestas ¿por qué será?

Sigo remontando el cauce, subiendo y subiendo, y las piernas empiezan a notar el cansancio acumulado. Aunque los senderos empinados se hayan convertido en caminos, las fuerzas andan algo justas para estas subidas.


El desvío que aparece en la foto anterior es uno de los pocos que están sin señalizar de toda la ruta RV1. Creo que los dos caminos vuelven a juntarse unos kilómetros más arriba, el de la izquierda discurre pegado al arroyo, pero yo prefiero seguir el de la derecha que parece tener una subida más suave.


La pista forestal en el transcurso de los siguientes kilómetros se va adentrando por algunos de los mejores sectores del Pinar de los Belgas, de aprovechamiento maderero. También pude ver muchos tejos, y enormes acebos llenos de sus características bolas rojas.


Se acaba la pista forestal, y empieza la parte más dura de la subida, precisamente cuando las fuerzas andan más justas. Todavía quedarían varios arroyos que cruzar, y algunas subidas empinadas en las que empujar a la bici... o cargarla al hombro.




Sé que algunos me dirán que esto es senderismo más que ciclismo, y que para hacer estas rutas es mejor dejarse la bici en casa y pillarse unas buenas botas de montaña, pero tampoco hay que exagerar, que el tramo duro no es tan largo.



Cruzo el penúltimo arroyo, y ante mí aparece el penúltimo muro de piedras que patear. Por suerte ya sé que estoy cerca de Cotos y eso me anima a echarme la bici al hombro y subir estas cuestas finales.


Las vistas del valle desde aquí arriba son impresionantes, ya ni me acuerdo de lo dura que fue la subida ni de lo que me dolían las piernas. Ha merecido la pena el esfuerzo y ahora toca disfrutar del paisaje.


Un rápido descenso por una estrecha senda me lleva a cruzar el arroyo de Guarramillas, esta vez sí, el último arroyo y el último puente que cruzar...


... pero no la última subida, porque todavía me quedaban unos 200 metros por un empinado sendero, hasta llegar al refugio del Pingarrón, un excelente punto panorámico, desde el que se domina toda la parte superior del Valle del Lozoya, el arroyo de La Angostura, Cabeza Mediana, el Pinar de los Belgas, el Macizo de Peñalara y las Cabezas de Hierro.


Desde aquí solo me quedaba atravesar una amplia pradera para llegar por fin a la carretera de Valdesquí, unos metros más abajo, al puerto de Cotos.

Me habría gustado parar en la Venta Marcelino a comer algún plato de setas, que en esta época son la especialidad de la casa, pero tras mirar el reloj y ver que faltaban unos minutos para que saliera el tren de las 15:43, y el siguiente pasa a las 17:43, me dirigí hacia la estación para dar por finalizada mi ruta.
